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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El nuevo Gobierno tailandés se enfrenta hoy a su primera prueba de fuego ante las urnas

Agencias

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A pesar del escaso número de escaños que están en juego en las elecciones parlamentarias de hoy, nadie está mas pendiente de ellas que el recién nombrado primer ministro de Tailandia, Abhisit Vejjajiva, en lo que es su primera prueba para su joven Gabinete, formado hace sólo tres semanas, y cuya máxima prioridad es asegurar el bienestar de la población agrícola del país, acuciada por la recesión económica, la crisis del precio de los alimentos, pero sobre todo por los partidarios del ex presidente Thaksin Shinawatra.

Las elecciones tienen previsto reemplazar, concretamente, a los 29 legisladores expulsados del Parlamento cuando el Tribunal Constitucional ordenó la disolución del Partido del Poder Popular, anteriormente en el Gobierno. Abhisit, que lidera una coalición formada por cinco partidos, afirma que su Partido Demócrata aspira a ganar seis de esos escaños para demostrar que cuenta con cierto apoyo popular.

El problema es que si no consigue los escaños propuestos, el Gobierno entero podría ser objeto de una moción de censura que tendría lugar justo después de los comicios, por lo que Abhisit se enfrenta, según estima el 'Wall Street Journal' “a una batalla cuesta arriba”, ya que los escaños se van a decidir precisamente en las zonas donde el PD cuenta con el menor apoyo de todo el país.

Sobre los votantes pesa el recuerdo del dictamen judicial que llevó al colapso del Gobierno liderado por Somchai Wongsawat, cuñado de Thaksin, y que fue precisamente sustituido por la coalición de Abhisit. Thaksin, que se encuentra autoexiliado para evitar su arresto por cargos de corrupción, cuenta con el apoyo de la clase baja tailandesa, donde su red de partidos ha cimentado un fuerte seguimiento gracias a su tendencia populista.

Según el diario estadounidense, la supervivencia del Gobierno de Abshisit podría terminar dependiendo del poderoso Ejército tailandés, habitual actor en las recientes transiciones en el país asiático, dado que en 2006 fueron precisamente las fuerzas militares las que derrocaron a Thaksin, que llevaba en el poder desde finales de 2001.

Esta vez, los analistas consideran que el Ejército puede adoptar un papel disuasorio a la hora de impedir a los partidarios de Thaksin que emprendan medidas contra el recién nacido Gobierno de Abhisit. Para el experto en Ciencias Políticas, Thitinan Pongsudhirak, “es posible que se vea cierta presión extraparlamentaria a la hora de proteger a este Gobierno”.

La permanente lucha entre los populistas de Thaksin y los conservadores que respaldan a los Demócratas de Abhisit, ha limitado significativamente la actuación del Gobierno en un momento en el que Tailandia --una de las principales economías surasiáticas-- está peleando con el lento descenso del comercio internacional.

Así, los despidos están comenzando a extenderse en ámbitos vitales del negocio de la exportación, mientras el Banco Central predice que Tailandia podría entrar en recesión durante el primer cuarto de este año. Para empeorar aún más las cosas, el turismo en Tailandia --que recauda más 15.000 millones de dólares al año-- recibió el año pasado un durísimo golpe cuando el pasado mes de noviembre un grupo de manifestantes contra Thaksin cerraron durante una semana los dos principales aeropuertos de Bangkok.

El banco central afirma que el episodio ha costado a Tailandia más de 8.000 millones de dólares en exportaciones y gastos de turismo, incluyendo el coste de las cancelaciones de las reservas y de los billetes. Es una cifra superior al impacto de la epidemia de neumonía atípica de 2003 y del tsunami de 2004.

CONTRA LA CRISIS

Abhisit llegó al poder bajo la promesa de contener el declive económico del país. El político de 44 años, educado en Reino Unido, fue elegido el pasado 15 de diciembre por el Parlamento después de que los militares tailandeses forzaran cierto número de deserciones entre los diputados afines al depuesto presidente, lo que le concedió al Partido Democrático la estrecha mayoría de 37 escaños que ostenta en la actualidad.

Nada más llegar al poder, Abhisit anunció la puesta en marcha de un plan de estímulos económicos valorado en 8.600 millones de dólares para potenciar el sector agrícola, donde se concentran la mayor parte de los partidarios de Thaksin.

Sin embargo, la permanencia de Abishit en el poder está amenazada por los mandatos constitucionales que impiden que al Gabinete votar en las mociones de censura contra los jefes de Gobierno. Es decir: de los 37 escaños de ventaja que mantiene el actual primer ministro, 30 son inservibles ya que pertenecen a diputados que actualmente ocupan un puesto en el Gobierno tailandés, y que deberían abstenerse en el caso de que se intentara revocar el actual mandato del primer ministro.

Tal escenario podría tener lugar si la coalición de Abhisit no consigue el número de escaños necesarios. Sumados a la previsible tendencia que se originaría contra el Gobierno actual, el primer ministro podría perder su puesto tras las elecciones de mañana.

La perspectiva no es prometedora. En Pathum Thani, justo al norte de Bangkok, varios partidarios de Thaksin están acumulando sacos con sangre de cerdo y excrementos humanos que tendrían como objetivo al primer ministro en el caso de que este se atreviera a presentarse para depositar su voto.

“La gente tiene ganas de expresar lo que realmente sienten sobre el Gobierno demócrata de Abhisit”, declaró uno de los organizadores de la protesta, Pichai Kongkaew. “Simplemente, nos resulta inaceptable”, afirmó al rotativo estadounidense, mientras se afanaba en completar su labor junto con su compañero y miembro del partido antigubernamental Pracharaj, Chanakarn Yuenyong. “Creo que podemos expulsar de aquí a los demócratas”, añadió.

Sin embargo, el candidato demócrata en Pathum Thani, Apinan Chuaybamrung, se muestra optimista y espera que las elecciones del domingo sean su mejor oportunidad para ganar un escaño en el parlamento. Tres veces se ha presentado en la misma circunscripción. Su objetivo es presentarse como el salvador de los problemas políticos en Tailandia, y a su partido como la mejor solución para resolver la crisis política que ha dividido el país durante los últimos dos años.

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