Media Varea a la luz de las velas

Rioja2

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Eran las 8:15 de ayer en el barrio logroñés de Varea y el día comenzaba. La mayoría de la gente se ponía en marcha de nuevo tras las vacaciones. Un día frío y perezoso en el que aún se podía percibir la resaca acumulada de Navidad, Nochevieja, el Actual y los Reyes Magos. Los niños, por suerte, todavía tenían ese día para jugar, pero los mayores retomaban sus obligaciones y entre legaña y legaña intentaban arrastrarse hasta el baño para tomar una ducha y poder comenzar el año decentemente.

Por si la mañana no fuera suficientemente dura, se cortó la luz en las viviendas de una parte del barrio. Concretamente desde la zona de las escuelas hasta el río. Rápidamente, cada uno acudió directamente a la caja de fusibles de sus casas, pero no se habían saltado. Entonces se dieron cuenta de que los avances tecnológicos no sirven de nada si algo tan primario como la electricidad falla. Tomarse un café caliente se convirtió en una verdadera odisea sin microondas y sin cocina de butano. De pronto, les vino a la mente aquella magnífica película cómica de Jacques Tati: 'Mi tío'.

Todo el mundo fue a desayunar al 'Bar Pedro Mari' y, aunque este mítico negocio con solera cuenta ya con una considerable y fiel clientela, hizo su agosto en plena cuesta de enero. La gente se fue a sus puestos de trabajo con el cepillo de dientes en el bolsillo y los que se quedaron en casa aseveran que hasta las 10:30 de la mañana no volvió otra vez. Respiraron hondo, pero tan sólo fue una falsa alarma. Enseguida se volvió a ir la electricidad. “Estuvo el tiempo justo para poner una lavadora, pero puse unos caparrones a cocer y no me dio tiempo. Nos los tuvimos que comer medio hechos”, asegura Angelita, vecina de Varea.

A eso de las 15:30 horas volvió. “El hielo del congelador ya se empezaba a derretir”, señala esta vecina. Y otra vez se fue sobre las 17:30 horas, justo cuando anochecía. No hacía falta ser el inspector Gadget para adivinar cuales eran los edificios afectados. Además de que carecían de alumbrado público, se podían ver unas lucecillas rondando a modo de linternas. Era como si los amigos de lo ajeno estuvieran rondando por aquellas viviendas.

Los vecinos llevaban todo el día llamando a Iberdrola y la dichosa voz robótica del contestador no hacía más que enfurecerles más y más. “Te pedían todo tipo de detalles, que si el número de D.N.I., que si qué tipo de consulta, que si dónde vives, pero el caso es que no te daban ningún tipo de explicación. Al final tuvo que llamar un vecino dando voces y de mala manera y ya nos dijeron que no nos preocupáramos, que lo iban a arreglar lo antes posible”, apunta un vecino afectado.

Salieron a la calle y a la escalera para compartir su indignación y especularon sobre si las obras de los nuevos edificios podían haber provocado una avería gorda, pero el frío vencía a su disgusto y les hacía meterse rápido en casa. Aunque estaban a oscuras y sin calefacción, tenían como antaño la compañía de las velas y una buena conversación. Una vecina cuenta que Iberdrola les dijo que hasta las 23:30 horas no iban a recuperar la electricidad, pero finalmente volvió a eso de las 21:30 horas. “Los hijos de la vecina bajaron a mi casa y saqué una vela bendecida. Entonces les dije: no os preocupéis, que como dijo Jesucristo, se va a hacer la luz. Y la luz se hizo”, relata a modo de anécdota Angelita.

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