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El Rincón del Buen Decir: Toreando coletillas y muletillas

Rioja2

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Aunque el título pueda engañar, del mundo del toro no vamos a hablar. Menudo pareado que me ha salido, ¿verdad? Les juro que no lo había preparado para nada, ¿entienden? Está claro que estas cosas suelen pasar a menudo, ¿verdad? Está claro.

¿Qué han notado de raro en el párrafo anterior? Quizás, ¿repetición de determinadas palabras? Exactamente. Hemos querido mostrar a nuestros lectores cómo es una conversación con una persona que abusa de las muletillas y las coletillas. Ahora, vayamos más despacio.

El Diccionario de la Real Academia establece distinciones entre la definición de muletilla y la de coletilla. Para el DRAE una muletilla es una 'voz o frase que se repite mucho por hábito'; y una coletilla es 'adición breve a lo escrito o hablado, por lo común con el fin de salvar alguna omisión o de reforzar compendiosamente lo que antes se ha dicho'. Como vemos la diferencia es mínima, pero apreciable. Por ejemplo, una coletilla que formó parte de un conocido anuncio televisivo puede ser el añadido a la expresión “a mí plim”, “yo duermo en Pikolín”. Por su parte, una muletilla, también famosa por seguir con el glamour, es el “mayormente” que incansablemente se repetía en la serie con más jamón de la televisión, 'Los Serrano'.

Muletillas hay muchas y muy variadas. En general, todo vale para convertirse en muletilla, basta con repetir hasta la saciedad la palabra en cuestión. Los adverbios terminados en mente son bastante dados a cumplir esta función. Tenemos los típicos: evidentemente, ciertamente o realmente, aunque podemos añadir otros muchos como claramente, básicamente o, el ya mencionado, mayormente. La tendencia que impulsa a los hablantes a usar este tipo de términos es la intención de dar mayor énfasis a su conversación. Porque no es lo mismo decir: “es un ordenador” que decir “es básicamente un ordenador”, o “es importante” que “es mayormente importante”.

Las explicaciones muchas veces se cargan de apoyos lingüísticos que hacen que un comentario de dos segundos se convierta en una conversación de dos horas. Presumimos muchas veces del “por consiguiente”. Todo, absolutamente todo lo que hacemos o decimos es “por consiguiente indispensable, verdadero o incomprensible”. Los comienzos de frases con perífrasis como “en base a”, “en relación con” o “de esta forma” también son muy recurridos en las conversaciones para alargar la perorata del que habla.

Recuerdo a un profesor de mi infancia que repetía una y otra vez, en cada frase que decía “No obstante, es muy importante...” con cierto tono gracioso que hacía esbozar una sonrisa al más empollón de la clase. Y aquella profesora de Historia para la que había mil y un ejemplos con el “por ejemplo” de turno.

En un Rincón anterior tuvimos la oportunidad de hablar del lenguaje típico de las personas consideradas “pijas” por la sociedad. Una muletilla característica de este tipo de vocabulario es el “osea”, aunque también el deletreo de la abreviatura “etc”. para decir que lo que estamos diciendo continúa aunque no se quiera seguir con ello.

Pero muchas veces no hace falta que se trate de una frase entera lo que se considera muletilla, sino una simple conjunción como puede ser “y” o una interjección “eh”. Mientras se hace tiempo pensando lo siguiente que se va a decir no es raro escuchar “estooo”, con prolongación siempre de la última vocal.

En ocasiones, decir las cosas una vez no es suficiente para convencer a nuestro interlocutor, por lo que utilizamos expresiones como “te vuelvo a repetir que...”. Aunque también podemos tener un lapsus momentáneo olvidando qué íbamos a comentar en ese momento, saliendo del paso con “¿qué te estaba diciendo?”.

De esta forma, podríamos seguir dando cientos de palabras que repetidas inconscientemente se convierten en verdaderas muletillas de los hablantes. Pasaremos ahora a las coletillas.

Tenemos coletillas famosas, que han dado la vuelta al mundo formando parte de spots publicitarios y que, inconscientemente hemos incluido en nuestro vocabulario. ¿Alguien me va a negar que alguna vez que ha estrenado una prenda de ropa y le han preguntado y es nuevo no ha contestado “no, lavado con Perlán”?; ¿o que cuando se acerca la Navidad, en todas las casas se escucha aquel “queremos turrón, turrón, turrón”?; ¿o ese conocido anuncio de atún que invitaba a comer a una tal Isabel en casa, “qué bien, hoy comemos con Isabel”? No olvidamos, por supuesto, añadir a algo que tiene leche el “cacao, avellanas y azúcar” de la Nocilla; ni “matar el gusanillo” cuando nos comemos un Donuts.

Las series de televisión también nos han dejado su huella en cuanto a coletillas se refiere. La generación de los 80 no olvidará aquel “¿He sido yo?” con el que Steve Urkel se excusaba de todos sus desastres; o aquel “me encanta que los planes salgan bien” con el que sentenciaba Anibal todos los capítulos del 'Equipo A'; o la frase más voceada por todos aquellos que ven que alguien se equivoca de lado al abrir una puerta, “para adentro, Romerales”, que Cocha Cuetos hizo popular en 'Farmacia de guardia'.

Pero no sólo de coletillas famosas vive el hombre. Hay otras muchas frases que a fuerza de reforzar se han convertido en repetitivas y, en muchas ocasiones, en desesperantes. Porque no hay quien no se vuelva loco cuando alguien, cada dos palabras, te pregunta si “¿entiendes?” lo que está diciendo, si “¿sabes lo que te quiere decir?”, si “está claro”, o si “se explica”. Sí, querido hablante, se expresa usted con total esplendor, pero no es necesario que haga un millón de usos de la pregunta retórica.

El tono de expectación con el que muchas veces se pretende narrar un hecho en ocasiones no es suficiente para dar la total emoción a nuestros oyentes, por eso tenemos que recurrir a coletillas como, “super fuerte”, “flipante”, “en serio”, “te lo digo de verdad”, o incluso jurar por las bragas de Mafalda.

Hasta aquí nuestro Rincón de esta semana. Perdonen las repeticiones y las redundancias, pero en un artículo en que se trata de descubrir qué palabras utilizamos demás en nuestras conversaciones no podían faltar.

Como ven nuestros lectores, son muchas las expresiones que se repiten mil y una vez en nuestras conversaciones. Probablemente hayamos olvidado muchas de ellas. Si ustedes conocen otras, si las utilizan habitualmente, no duden en mandarnos sus comentarios.

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