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Tiempo de concordia

Europa Press

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Casi tres semanas después de ser elegido presidente de los Estados Unidos, Barack Obama ha comenzado a perfilar su equipo de Gobierno, mucho más anclado en la tradición política estadounidense de lo que cabría esperar, con pocas caras nuevas, veteranos de la era política que ha prometido hacer olvidar, y con un currículum desarrollado principalmente en los pasillos de Washington.

Obama se ha traído gente de Chicago en calidad de asesores, como Valerie Jarrett y David Axelrod. Pero a estas alturas, parece claro que su intención es integrar a políticos curtidos en los pasillos del Capitolio durante los últimos 20 años, y Hillary Clinton, la casi segura próxima secretaria de Estado norteamericana, es un ejemplo de ello.

Ha apostado por incorporar a una rival formidable a su equipo, con gran experiencia en la Casa Blanca y en el Senado, a pesar de que la senadora por Nueva York votó en su día a favor del despliegue de tropas estadounidenses en Irak, algo a lo que Obama se opuso desde un principio.

Los mismos principios podrían haberse aplicado a la elección de Tom Daschle para liderar el impulso al sistema de seguridad social. El futuro secretario de Salud y Servicios Humanos fue el segundo demócrata más importante del Senado durante la década de los 90, cuando el entonces presidente Bill Clinton vio cómo se desvanecía su plan de reformas sanitarias.

En el caso del principal candidato de Obama para el puesto de Fiscal General, Eric Holder, el presidente electo ha elegido a un superviviente de la etapa de turbulencias que atravesó el Departamento de Justicia de la era Clinton. Su presunto elegido para la dirección de los presupuestos, Peter Orszag, se encuentra ahora en la Oficina de Presupuestos del Congreso. Su jefe de gabinete, Rahm Emanuel, trabajó en la Casa Blanca como asesor de Clinton y su secretario del Tesoro también estuvo a las ordenes del ex presidente estadounidense.

“Obama no está buscando gente que le proporcione una visión sobre el mundo”, declaró a 'The New York Times' David Axelrod. “Está buscando gente que le ayude a materializar esa visión”. En respuesta, el análisis efectuado por el diario señala que esta afirmación rompe con la tradición establecida durante años en la Casa Blanca por la que se entiende que es el presidente quien se ve influenciado por el pasado político del equipo que termina eligiendo.

De todas formas, Obama no tiene más remedio que apoyarse en la infraestructura creada durante la administración Clinton. “Hay que ser o muy joven o muy ingenuo para creer que el cambio comienza con un borrón y cuenta nueva”, indicó William Galston, asesor de política interior de Bill Clinton. “La forma de asegurar que nada cambie es poner a la gente en cargos con autoridad que son completamente ineficaces, pero Obama está realmente concentrado en realizar el trabajo”, añadió.

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