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Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), o tabacosis

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La mayor parte de los pacientes con EPOC padecen tanto enfisema (inflamación del tejido pulmonar) como bronquitis crónica (inflamación de los bronquios). El perfil clásico del paciente con EPOC es un varón de 55 a 60 años, que ha fumado durante un largo periodo de su vida, aunque el índice de mujeres fumadoras se ha elevado durante los últimos años, lo que podría cambiar ese tipo.

La causa principal de la EPOC es el consumo de tabaco. Se estima que entre el 15 y el 20 por ciento de los fumadores acabarán desarrollando la enfermedad en algún momento de su vida. De hecho, la asociación entre tabaco y EPOC es tan patente que los expertos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) han sugerido que se cambie su actual denominación por la de tabacosis. Otros factores de riesgo establecidos son exposición a ciertas sustancias en el lugar de trabajo, ser fumador pasivo o residente en un área donde la contaminación es alta y uso frecuente de cocinas de gas en un entorno mal ventilado.

Según estimaciones recientes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente unos 210 millones de personas sufren EPOC. Por su parte, la Fundación Europea del Pulmón (ELF, por sus siglas en inglés), indica que hay 44 millones de europeos afectados.

No obstante, hay estimaciones que cifran los fallecimientos por esta causa en mucho más numerosos, hasta 45.000 muertes anuales en España podrían ser consecuencia de la enfermedad.

La EPOC se habrá convertido en la cuarta causa de muerte en todo el mundo a la altura del año 2030. (Datos OMS) Por otra parte, los pacientes con enfisema tienen a su vez un riesgo entre tres y cuatro veces mayor que el del resto de la población de desarrollar cáncer de pulmón.

Los síntomas más habituales son la disnea (sensación de falta de aliento), producción de esputo y tos crónica. Además, las personas con EPOC pueden manifestar sibilancias (una especie de silbidos involuntarios que se producen al estrecharse las vías respiratorias), aunque también es posible que no manifiesten síntomas de grado clínico, con las consecuentes dificultades para el diagnóstico y el tratamiento precoces.

Se ha observado que cuando se trata de personas muy expuestas a la contaminación, por ejemplo, los ingresos en urgencias por asma o exacerbaciones de EPOC pueden ser inmediatos (el caso de los pacientes de mayor edad) o bien producirse pasado un cierto tiempo (como sucede con los niños), lo cual también hace más difícil establecer el desencadenante específico de las crisis.

El tratamiento incluye el uso de terapias con inhaladores que dilatan las vías respiratorias (broncodilatadores). Es imperativo que los pacientes afectados dejen de fumar, para lo cual deben recibir todo el apoyo posible, como su inclusión en un programa de deshabituación tabáquica. En algunos casos, se recurre a los esteroides inhalados para reducir la inflamación del pulmón y, en los casos graves o en reagudizaciones, el médico puede prescribir esteroides por vía oral o intravenosa. Los antibióticos se utilizan durante los períodos de reagudización de los síntomas, ya que las infecciones pueden empeorar esta enfermedad.

En cuanto a la rehabilitación, se trata de un tratamiento que comprende varias terapias, entre ellas la fisioterapia respiratoria, que permite mejorar tanto la disnea como la capacidad de esfuerzo y, en general, la calidad de vida de los pacientes con enfermedad respiratoria crónica. Diversos estudios muestran que, además, la rehabilitación es una estrategia eficaz a la hora de reducir los costes sanitarios asociados a la EPOC.

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