Retorno a las ruinas

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Una auténtica tormenta de fuego ha barrido una enorme extensión del sur de California. La combinación de vientos cálidos, que han provocado temperaturas muy elevadas, explica el alcance y el poder devastador de los incendios.

De momento están afectadas las colinas del norte de Los Angeles, los cañones del Condado de Orange y la localidad de Montecito, muy cerca de Santa Barbara, donde tienen su residencia muchos famosos. Se calcula que hay al menos un millar de viviendas que han quedado totalmente destruidas.

Las órdenes de evacuación del domingo supusieron el traslado de unas 50.000 personas, y los bomberos advierten que aún pasarán varios días antes de que todos los focos estén controlados. No se tiene constancia de que haya víctimas, y se desconoce la causa de los incendios.

El sur de California está prácticamente seco por la ausencia de lluvias, que ya dura dos años, y se ha vuelto muy vulnerable a los incendios, que azotan la zona periódicamente. Además, el aumento de la población en las dos últimas décadas ha hecho que se urbanicen zonas áridas en las que estas situaciones son aún más difíciles de controlar.

DEVASTACIÓN

Los ciudadanos que vuelven a sus casas se encuentran escenas de destrucción y, en ocasiones, regresan para su propio desconsuelo, al comprobar que sus viviendas han quedado reducidas a cenizas mientras edificios próximos se mantienen intactos.

Ciudadanos y autoridades se han propuesto levantar cuanto el fuego ha destruido. El alcalde de Los Angeles, Antonio Villaraigosa, ha declarado a la prensa que su intención es reconstruir las zonas afectadas “que no haya la más mínima duda al respecto”, decía tajante.

La temporada de incendios, que tradicionalmente dura entre junio y octubre, ha sido en realidad una amenaza latente a lo largo de todo el año en esta región. En octubre de 2007, 30 focos diferentes arrasaron la zona durante una semana, obligando a la evacuación de medio millón de personas y dañando más de 2.000 viviendas.

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