Los madridistas, caen ante el Valladolid

Europa Press

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Un Real Madrid calamitoso entregó la escasa credibilidad que le restaba en Zorrilla (1-0), escenario de un nuevo ejercicio de impotencia futbolística que sumerge al club y a su entrenador, Bernd Schuster, en una situación especialmente delicada porque el equipo, con futbolistas implicados o no con el alemán, está muy lejos de ofrecer síntomas de recuperación.

El cuadro madridista, que de inicio renunció incluso al estilo de Schuster, refugiándose atrás para evitar ocasiones en su portería, falló en su conjura, encajó la segunda derrota del campeonato y sobre todo bajó los brazos ante un Valladolid bien plantado y que rentabilizó al máximo un tanto de Canobbio nada más iniciarse el segundo acto en el enésimo error de la zaga madridista.

Schuster cabeceaba en el banquillo, totalmente desangelado por la imagen que ofreció el equipo en Zorrilla, sin fútbol ni entereza para doblegar a un equipo que sólo le había ganado en su campo una vez en sus últimas catorce visitas. El Real Madrid cerró su particular semana negra cotizando sensiblemente a la baja, en un momento de tanta autodestrucción que los jugadores parecen mucho peores de lo que son y el entrenador no encuentra soluciones para un tipo de partido que el equipo blanco solía ganar en los últimos tiempos.

Las soluciones de Schuster sorprendieron. Pobló el centro del campo, para renunciar definitivamente a las bandas, pero lo hizo con Javi García, quien no tiene la culpa pero tampoco prestaciones para cambiar el rendimiento del equipo. La apuesta por Var der Vaart en punta de ataque con Raúl también fue un error porque el mejor madridista, Gonzalo Higüaín, jugó en la derecha y apenas pudo intervenir.

Tampoco lo hizo porque el centro del campo madridista no existió. Deslabazado, sin referencia ni timón en Guti, pese a un esforzado Gago, el Real Madrid no creó fútbol y se replegó atrás esperando una jugada de calidad. Le funcionó en parte porque el Valladolid, a excepción de un cabezazo de García Calvo que sacó bajo palos Marcelo, no le hizo ocasiones, pero en la otra parte del fútbol, el ataque, también falló.

De hecho sus argumentos fueron paupérrimos y sólo en el arreón final, a la desesperada, fabricó peligro sobre la portería de Asenjo. Con Cannavaro, de cabeza, y Raúl, tras una mala cesión de Borja, pero el Real Madrid no podía ganar porque nunca había dado sensación de ello.

Cuando más necesitaba el triunfo, el equipo se echó atrás -su primer partido de Liga sin marcar-, renunció e incluso bajó los brazos. Ofreció una imagen excesivamente pobre cuando su propósito era reflotar. No hubo espíritu ni calidad, sus jugadores parecen empequeñecidos y el caos y la desesperación parece absoluta, con un nuevo expulsado -Heinze- como consecuencia del calamitoso estado que atraviesa el equipo, su entrenador y la entidad.

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