“Hay una necesidad de dioses paganos”

Rioja2

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@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } “Vivimos en la época de mayor esplendor del Tartufo. El gran personaje de Molière tiene hoy su máxima expansión. Raudales de palabras altisonantes y una ostentación pública de filantropía como el rasgo más común de una época exhibicionista en los fingimientos magnánimos. En este sentido, observamos el gran negocio del Medio Ambiente y la frivolidad política sobre un tema que incluye a toda la humanidad. El disparate se halla en el constante estímulo de un consumo compulsivo y al mismo tiempo los simulacros de lucha por un mundo sin contaminación”.

Estas son las razones que han impulsado a Els Joglars a hacer 'La cena'. Una nueva comedia corrosiva y mordaz con la que esta compañía teatral está recorriendo España. Muchas han sido las polémicas que les han perseguido, pero, casi medio siglo después de sus comienzos, puede decir que es de las únicas en España que goza de una estructura tradicional y que, además, hace lo que le da la gana. Lo suyo es ese humor incisivo que tiene la inteligencia y la solvencia coger una verdad oculta y mostrarla mediante el esperpento.

La cena es una sátira más de Els Joglars sobre un tema que está incluso de moda: el medio ambiente.

Ahora lo que está de moda es la crisis y Obama. Ja, ja, ja. Esto ya ha pasado a la historia, pero estos son los tiempos que corren. Constantemente se buscan temas para ponerlos a la palestra y después, al cabo de un tiempo, poner otros. A la sociedad le gusta este sistema de ir cambiando de temas y de dioses. Algo que ponemos de manifiesto en la obra es esa proliferación de dioses paganos en el ocio, en la culura, en el deporte, en la cocina, en el medio ambiente... Nosotros hacemos un espectáculo narrado en forma de cuento sobre un cuento que es el que hay detrás del medio ambiente. La sátira es una de las maneras que tenemos de responder civilizadamente a lo que es una frivolidad, una impostura o un tartufismo.

Albert Boadella dice en una entrevista que nunca había existido tanto buenismo en una sociedad como ahora. Gente que se adhiere a causas lejanas, pero que en su entorno es un auténtico canalla.

Esto pasa hasta en las mejores familias. Ya veremos Obama, tanta esperanza hay en él, pero ¿qué va a pasar cuando haya un pena de muerte? En la política del medio ambiente todos son muy buenos y muy guays y muy: “vamos a salvar esto, vamos a salvar lo otro”, pero todo se queda en una posición de aparador, en un simulacro. No se hace una política realmente efectiva contra las emisiones de CO2 a la atmósfera. Con esto de la crisis, el otro día oía al comisario europeo, Joaquín Almunia, esto de que los bancos están jodidos por las cosas que han hecho, pero que eso no lo tiene que pagar el contribuyente. Qué buenazo ¿no? El tío está forrado allí en Bruselas diciendo cosas obvias. Qué bien que los que nos administran digan eso, pero a la hora de la verdad, los que vamos a palmar somos los de siempre.

¿Es la ecología y todos estas cosas que crean un hilo de esperanza las nuevas religiones de nuestro tiempo?

Claro. ¿Sabes lo que pasa? Las personas son muy impresionables ante cualquier fenómeno. Sale Al Gore con lo de 'La verdad incómoda' y dicen: “este tío, ¡qué bueno!”. Claro, pero lo que no saben es que cobra 32 kilos por bolo, que viaja en un jet privado que contamina muchísimo y que cuando era vicepresidente de los EE.UU no firmó el protocolo de Kioto. Lo primero que nos plantamos cuando nos encargaron la obra es dónde la situábamos. Pensamos que en una cocina porque tiene muchos elementos del medio ambiente: el agua, el reciclaje, el consumo, el CO2... Luego pensamos que podría discurrir en un encuentro de personalidades con motivo del tema del medio ambiente. ¿A Zaragoza quién fue? Al Gore, Gorbachov, Saramago... toda esta gente que parecen los de los culebrones de las televisiones porque son siempre los mismos. Son solidarios, buenos, magníficos, cojonudos...

También sacáis un lado humorístico a esta tendencia al alzamiento de los cocineros como superstars.

Todo el imperio de los cocineros está acuñado por los medios de comunicación. El otro día leí a uno que decía que el Estado tenía que apoyar a los cocineros. Tú vas a su restaurante y pagas 100 euros o 150 euros, ahora que viene la crisis se les tiene que apoyar. ¿Y el albañil? ¿Y el mecánico?

¿Como puede ser que una obra así fuera encargada por la Expo de Zaragoza? Este es un lujo de Els Joglars.

El que nos encarga un espectáculo ya sabe que tenemos libre albedrío y que hacemos lo que nos da la gana. También hicimos uno sobre el descubrimiento de América, pero el que nos lo encargó pensó que era demasiado transgresor y no lo quiso programar. Luego fuimos a Sevilla por nuestra cuenta a representarlo y estuvo durante tres semanas el teatro lleno. En Zaragoza ha pasado lo mismo y llenamos el pabellón cuando lo representamos.

Una compañía irreverente, provocadora y libre debe tener problemas. Os recorréis toda la geografía española. ¿Por qué no actuáis en Cataluña?

Boadella escribió un libro que se llama 'Adiós Cataluña' y ahí queda todo clarísimo. Si alguien se pregunta por qué, que compre el libro. No actuamos porque no viene a vernos gente y no nos vamos a arruinar. Imagino que son cosas que necesitan su tiempo e igual podemos volver a actuar en Cataluña, pero de momento parece que no porque queremos vivir del teatro.

Has trabajado desde 1983 con Els Joglars y has recibido críticas excelentes y numerosos premios. ¿Qué significa esta compañía de teatro para tí?

Tener el privilegio de ganarme la vida haciendo una cosa que me gusta. Es como anillo al dedo. Por como soy yo, siempre ha preferido trabajar fuera de Barcelona y de Madrid. Esta compañía trabaja fuera de Barcelona, en el campo y además hace obras que a mí me gustan. El arte tiene que provocar algo al espectador, tiene que generar unas emociones y esta compañía lo hace. En el año 83 pensé que estaría como un paje y aquí estoy. Mis ambiciones personales se han cumplido perfectamente en este grupo. Tenemos seis meses para ensayar y eso es un lujo para una compañía de teatro. Yo eso lo valoro más que estar en televisión, dale que te pego. Estas cosas me compensan más.

Y ¿ qué efectos crees que provoca entre el público?

Ya son muchos años y el público cuando viene a un espectáculo de Els Joglars ya sabe a lo que va. La gente que no nos haya visto le sorprende porque nuestros espectáculos son muy catárticos. Como nuestra visión es poner blanco sobre negro, el espectador se identifica muchísimo con nuestras propuestas. Es lo que realmente el espectador piensa por lo bajini. Cuando ven arte moderno, mucha gente piensa que es una mamarrachada. Te ponen un cuadro de Tapies o Picasso y parece mal decirlo porque te consideran o facha o analfabeto o inculto o que no entiendes nada. Esto provoca un cierto seguimiento de nuestros espectáculos y un cierto interés. Los artistas siempre han tenido la misión de bailar con la más fea. Es lo que hacía Aristófanes, Molière... Nosotros somos sus seguidores en este tiempo. La diferencia es que en aquellos tiempos te jugabas el cuello. Se trata de eso. De tocar algo de una manera sincera. Si todo fuera panfleto, no hubieramos durado ni dos años. Detrás de cada espectáculo hay una verdad, hay un estudio.

La forma de Els Joglars de llevar a escena el teatro tiene algo de cinematográfico ¿no? De hecho ha hecho varias películas. Te pudimos ver encarnando a Franco en sus últimos días en Buen Viaje Excelencia. También habéis hecho programas de televisión.

Hace mucho que no hacemos televisión porque tal y como está el asunto... En una época nosotros fuimos pioneros en hacer programas de humor, irónicos y satíricos, pero ahora la cosa va por otro lado y no encajamos demasiado. El cine es un mundo en el que somos como el patito feo. La gente dice: “dónde van estos pobres, como si fueras un defecto de fábrica”. En el teatro, el elemento protagonista es el actor. En el cine, si es bueno pues mucho mejor pero forma parte del engranaje. Se necesitan tropecientos oficios y mucho presupuesto para grabar una pequeña secuencia. En un teatro, estás al nivel de los espectadores y puedes hacer lo que quieras. Tendríamos que encontrar un director de fotografía que realmente entendiera nuestro trabajo y que pudiera plasmarlo. Esto es difícil. Buen Viaje Excelencia fue una excepción. Se hizo de forma rápida, no hubo tiempo de reflexión. Nosotros seguimos siendo, pese a quién pese, carne de teatro.

Els Joglars siempre está poniendo en tela de juicio temas de actualidad. ¿Crees que está haciendo historia?

Yo creo que sí y perdona la inmodestia. De las compañías catalanas, la única que existe con un perfil de siempre de teatro, es decir, un director, un núcleo de actores, una infraestructura y un lugar de ensayo, somos nosotros. Las demás compañías, como Els Comediants o La Fura dels Baus, son productoras. Contratan a una gente para hacer un espectáculo y punto. Estamos a punto de hacer 50 años y esto también es inaudito en este país. Lo normal es que una compañía así se eche los trastos a la cabeza después de dos montajes y a tomar por saco. Els Joglars grabará alguna línea de la Historia del Teatro, creo yo.

Dime el menú que te gustaría cenar hoy.

No soy nada de los rimbombantes de ringo rango como Ferrán Adriá y todos estos. Me gusta la cocina sabrosa, orgánica, con productos de temporada... Me gustaría una crema de verduras fantástica y algo japonés, unos makis. Me quedaría fantásticamente con un vino de Rioja. Lo bebo desde hace una década, tinto y clarete. Nos lo envían aquí por 20 o 25 cajas. Me impresiona la deidad y el impresionante protocolo que tenéis allí con el vino. Tenéis hasta termómetros para medir la temperatura del vino. La gente sale de trabajar, hace el vino y se larga. Aquí en Cataluña esto es impensable. No existe esa actitud lúdica y festiva.

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