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La austeridad como medida frente a la crisis

Rioja2

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Mientras unas personas continúan llevando un alto nivel de vida, son muchos otros los que ya no pueden seguir permitiéndose ciertos caprichos. Lo cierto es que no sólo las tiendas caras están sufriendo la crisis, también se ven afectados los comercios con los precios más baratos. Los mercadillos y las tiendas de segunda mano, en nuestra ciudad, son un fiel ejemplo de esto.

Frente al Centro Deportivo Municipal Lobete, está situado el Mercadillo de Logroño, que abre miércoles, viernes y domingos, de 9:30 a 14:00 o 15:00 de la tarde.

Hay cerca de 75 puestos y llevan colocándose allí desde hace 12 años. Pero es ahora cuando están empezando a notar los efectos de la crisis.

Enrique, uno de los comerciantes de raza gitana, nos comenta como ahora la gente mira mucho más lo que compra y gasta menos. “ Si antes compraban 4 calcetines de golpe y llevaban en la mano billetes de diez euros, ahora solo compran uno y los billetes son de cinco”.

Pero de momento los puestos siguen recibiendo visitas, y si los domingos salen despejados, estos se desplazan hasta Las Norias, buscando nuevos clientes.

Muy similar es el caso de “El trastero”. Se trata de una tienda de voluminosos y ropa de segunda mano, ubicada en la calle Villegas.

Allí los particulares dejan sus muebles, electrodomésticos, ropas y objetos de adorno, y posteriormente se venden a un precio muy barato.

En este curioso lugar podemos llegar a encontrarnos con un diccionario de inglés, un cochecito de bebé o una pantalla antigua de ordenador.

Maribel es una mujer que lleva 11 años trabajando en esta tienda, tiene 7 compañeros, cuatro de los cuales se encargan de hacer las recogidas en casas de particulares y en algunas ocasiones trabajan también haciendo mudanzas en Logroño y pueblos aledaños.

“El trastero” es en realidad una cooperativa para proyectos de inserción social, de esta forma se está ayudando también a los propios trabajadores de la tienda. Pero no sólo ellos salen beneficiados, también los clientes, que pueden llegar a adquirir una prenda de vestir básica, por tan sólo 1,80 euros.

La prenda que más cuesta no suele pasar de los 8 euros, y dentro de la tienda lo más caro son los muebles. Y es aquí donde encontramos el mayor problema. La ropa sigue vendiéndose bien, pero Maribel nos explica como las personas ya no se desprenden tan fácilmente de sus muebles viejos. Por eso han notado la escasez de estos en su tienda, y los pocos que hay tardan en venderse.

En algunas ocasiones lo que la gente les lleva ya no es utilizable y el gasto que le supone a la tienda desecharlo en un vertedero es todavía mayor.

Pero la ilusión de los trabajadores de “El trastero”, que lleva ya 20 años abierto, es lo suficientemente fuerte como para seguir haciendole frente a la crisis.

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