Temporeros: trabajando y viviendo en La Rioja

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El mapa humano de los vendimiadores en La Rioja no ha variado mucho en todos estos años. Son cuadrillas no muy numerosas. En ocasiones, les unen lazos familiares y provienen de países vecinos como Portugal o más lejanos como Marruecos. En otras, se trata de temporeros españoles venidos de otras comunidades autónomas como Murcia, Burgos y el País Vasco. Si ya son reincidentes, conocen sus derechos.

Es decir, saben que existe un Convenio laboral para las campañas de vendimia. En él se establecen una serie de derechos y obligaciones que tanto el temporero como el empresario deben cumplir. A saber: el trabajador debe de pagar el sello agrario mientras esté trabajando en el sector y debe de darse de baja cuando deje de trabajar en él. El trabajador debe de cumplir con su trabajo y realizarlo de la mejor manera posible. El convenio también refleja las tablas salariales y establece en 7,26 euros la hora el salario de los temporeros mayores de 18 años.

Otro de los puntos importantes en este tratado es el artículo 24 en el que se deja claro que los empresarios vendrán obligados a facilitar (no a proporcionar) alojamiento a los temporeros que trabajan en la finca del empresario. Este punto, en ocasiones no se cumple o se cumple mal. Algunos empresarios incluso cobran a los temporeros el alojamiento.

El desconocimiento o el miedo a exigir sus derechos y quedarse sin trabajo, provoca que muchas cuadrillas de temporeros acepten estas condiciones perjudiciales para ellos.

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ha acompañado a técnicos de inspección de la UGT que, a pie de viña, comprueban si este convenio se cumple y si los derechos de los trabajadores son respetados. Apoyando a los miembros del sindicato en La Rioja está Gonzalo Jiménez, técnico de campaña y María Ángeles Ropiles, secretaria de migración de la Federación Agraria de UGT.

Cada año tiene un lema de supervisión, bien el trabajo infantil en el campo o como es el de este año, el alojamiento de los temporeros. En el convenio no se obliga al empresario a alojarles, pero sí se ofrecen una serie de subvenciones, desde el Ministerio de Trabajo, para que reformen lonjas o garajes y los habiliten como vivienda de los trabajadores.

Begoña Armas

, responsable de Trabajo Agrario en La Rioja, es la encargada de llevar a sus compañeros a los lugares donde hay más movimiento de temporeros. Uno de esos lugares es Fuenmayor, una localidad cercana a Logroño donde la vendimia está más generalizada.

A pesar de la visita, los temporeros no dejan de trabajar. Los técnicos preguntan por los empresarios, los dueños de la viña. Casi nunca tienen problemas con ellos y los empresarios se prestan a contestar sus preguntas y a permitirles hablar e informar a los temporeros.

En una de las fincas encontramos a una cuadrilla de las más numerosas de Fuenmayor. Es un grupo de 14 personas, todos portugueses. Llevan trabajando en La Rioja muchos años y aseguran estar contentos. El empresario les proporciona un alojamiento, que los propios técnicos del sindicato han podido visitar. La lonja está en buenas condiciones.

VIVIENDAS SIN CONDICIONES

No siempre pueden ver los alojamientos. Eso depende de la voluntad del empresario, pero generalmente, si están bien alojados no tienen ningún problema en que se inspeccione el lugar. Otra cosa es si las condiciones no son buenas. Es ahí cuando tienen más reparos en mostrar la casa.

Muchos empresarios de Fuenmayor cumplen con creces la ley

: pagan lo establecido en el convenio e incluso algo más, tienen contratados a los temporeros los y alojan en buenas condiciones.

La crisis en el sector de la construcción ha provocado que muchas cuadrillas de la obra se hayan quedado sin trabajo y acudan al campo para la vendimia. En ocasiones, se ofrecen al empresario con alojamiento ya incluido, pues creen que así será más fácil encontrar trabajo ya que ahoraran al dueño de la viña la molestia de buscar un lugar para ellos. En ningún caso el empresario puede cobrar el alojamiento a sus trabajadores.

Pero muchos son los que optan por “cuidar” el alojamiento de sus temporeros. Es el caso de esta vivienda. En ella están alojadas ocho personas. Es una lonja habilitada con cocina, lavadora y frigorífico. Además, se han construido unas duchas y unos retretes para los temporeros. Nos reciben una mujer con dos niños que acaba de fregar el suelo de la vivienda. Está contenta en el lugar y con el trabajo.

Otro de los puntos negativos que tiene la vida de temporeros en la falta de escolaridad para los niños que acompañan a los trabajadores. Algunos sí los matriculan en las escuelas de los pueblos a los que van a trabajar, una escolarización temporal, pero son los menos. La mayoría de niños en edad escolar aguardan en casa la llegada de sus padres del campo cuando deberían estar en la escuela.

Visitamos otro alojamiento en Fuenmayor y lo tenemos que hace casi a escondidas. Se trata de una cochera, y a sus puertas una mujer tiende la ropa junto a dos niños que juegan cerca de un tractor. Aprovechamos que el “patrón” no está y vemos el lugar donde viven ocho personas. Sin ventilación y con un suelo de tierra batida conviven adultos y niños. La cochera no está ventilada y eso se nota en el mal olor. Ropas, muebles y camas se amontan en la habitación central, solo separada de la cocina por una tabla de aglomerado.

Con el trabajo hecho, los técnicos tendrán que dar parate de lo que han visto en las viñas. El balance es positivo pero todavía queda una larga labor de concienciación para mejorar las condiciones de los trabajadores, tanto para ellos mismos como para los empresarios.

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