A correr, al parque

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Las instalaciones de práctica deportiva de carácter privado viven actualmente una “delicada situación”. Según estimaciones de la asociación que agrupa a una veintena de ellas en Logroño, sólo en el último año los gimnasios de la capital riojana han perdido un 20 por ciento de sus clientes. Tanto es así que algunos, entre ellos profesionales veteranos del sector, se plantean ahora dejar el negocio para buscar otras salidas.

A la ya conocida polémica que mantienen con el Ayuntamiento de Logroño sobre su oferta de actividades deportivas municipales y al poco crecimiento de demanda en la ciudad, se une ahora el acecho de la tan temida crisis económica.

Y es que, puestos a recortar, lo primero es el ocio. “Las cosas superfluas o aquellas que los ciudadanos entienden que lo son”, explica Juan Carlos Escalera, presidente de la Asociación de gimnasios privados de la capital riojana. El deporte, cómo no, es una de ellas.

Ante la falta de liquidez, el ciudadano se mira el bolsillo y elige entre varias opciones. La primera pasa por seguir practicando la actividad deportiva pero sustituyendo la matrícula en el gimnasio por la inscripción en cursos municipales. “A pesar de que este año el Ayuntamiento ha subido sus precios, las tarifas continúan estando hasta un 40 por ciento por debajo del precio real de mercado y hasta cinco o seis veces más baratas que en un gimnasio privado”, denuncia Escalera.

El resultado es, según acusan, una “competencia desleal” para las empresas deportivas privadas. Eso, a pesar, del convenio suscrito este año con el Consistorio con Logroño Deporte, según el cual cuatro gimnasios de la capital reciben 12.900 euros para organizar actividades deportivas a las que pueden asistir los abonados y usuarios de las instalaciones municipales. “No es suficiente”, afirma, sin embargo, Escalera, que pide que el acuerdo se amplíe en el futuro y se compensen los precios, equiparando las tarifas municipales a las existentes en otras ciudades.

EN EL BARRIO O EN LA CALLE

La segunda alternativa para el logroñés amante del deporte pasa, claro está, por practicarlo fuera de las instalaciones, privadas o municipales. Las asociaciones culturales y de barrio tienen aquí mucho que decir. Según asegura Escalera, algunas de ellas organizan clases deportivas rayando la legalidad. “La deportiva es una actividad económica reglada, como cualquier otra, aunque parezca que la gente no lo entienda y algunos impartan cursos sin un local preparado, sin cobertura de riesgos ni seguridad”, asevera el presidente de la asociación de gimnasios privados de Logroño.

La tercera en preferencia, por último, resulta, de lejos, la más económica. El 'footing', la bicicleta o los paseos por el parque son, según deben pensar muchos, una manera de mantenerse en forma como otra cualquiera y bien barata. Cuestión de echarse a la calle y poco más.

En definitiva, tres alternativas para apenas un tercio de la población logroñesa, 30.000 personas que sí practican deporte asiduamente, porque el resto, según lamenta Escalera, continúa siendo sedentario. Pero ésa es otra batalla.

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