Sarkozy y Merkel impulsan un plan europeo a imagen del británico

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El presidente francés se ha reunido con la canciller alemana, Angela Merkel, en la localidad francesa de Colombey-les Deux-Eglises, en un acto de homenaje al general De Gaulle. “Tenemos preparado un cierto número de decisiones que remitiremos a nuestros socios en presencia del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el presidente del Banco Central Europeo BCE), Jean-Claude Trichet”, declaró Sarkozy en una comparecencia conjunta con Merkel ante los medios.

Sabemos lo que queremos y cómo conseguirlo, pero primero queremos coordinar el plan entre los países de la eurozona y, posteriormente, con el resto de Europa”, añadió Sarkozy, que anunció que hoy se vería con el primer ministro británico, Gordon Brown, antes de la reunión del Eurogrupo. El plan que los líderes europeos discutirán se inspirará en el modelo británico, según fuentes de la presidencia francesa.

Hasta ahora, a las reuniones del Eurogrupo, presididas por el primer ministro de Luxemburgo, Jean Claude Juncker, asistían los ministros de Economía de los países con la moneda común, junto al comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, Joaquín Almunia, y el presidente del BCE.

El terreno se lo allanó a Sarkozy el lunes pasado Gordon Brown, que anunció un ambicioso plan de 550.000 millones de euros, superior por tanto en 50.000 millones al de EE UU. El paquete de ayudas británico comprende tres instrumentos. Por un lado, la recapitalización de los bancos hasta 68.000 millones de euros. Además, se amplía en 136.000 millones de euros el importe máximo que pueden destinar las entidades al canje de títulos y cédulas hipotecarias de los bancos por bonos con garantía del Estado para así facilitar liquidez inmediata. Y por otra parte, se asegura la emisión de deuda garantizada por el Estado por parte de los bancos hasta 342.000 millones de euros. Brown ha informado de sus propuestas a la Comisión, ha mantenido conversaciones con otros países y “se ha comprometido a trabajar conjuntamente con ellos para reforzar el sistema internacional”, según el documento que describe el plan de Londres.

La ministra de Economía francesa, Christine Lagarde, reconoció ayer desde Washington, donde participó en la reunión del G-7, que el “plan británico es una de las pistas”. “Hemos visto a Reino Unido”, dijo, “un país que no está en la zona euro, movilizar 25.000 millones de libras en una primera etapa para recapitalizar los bancos ingleses”.

La recapitalización de los bancos alemanes es una medida que está estudiando también seriamente la canciller alemana Angela Merkel. Durante las últimas semanas, Alemania ha tenido que rectificar el tiro en varias ocasiones. Primero se opuso a generalizar la concesión de garantías a los depositantes, punto que acabó aceptando. Después se negó a un plan europeo y ahora ya está en ello. Sin embargo, los planes hasta ahora puestos en marcha no han logrado calmar los mercados, que siguen en caída libre.

Mientras permanece completamente desenfrenada la tormenta financiera, devorando todos los fondos públicos que se emplean para su remedio, crece el temor por sus repercusiones sobre los ciudadanos. El Gfk británico, un instituto que valora la confianza de los consumidores, se anticipó a finales de septiembre, mediante una encuesta excepcional, en la que recogía los efectos de las crisis de Lehman Brothers, AIG y HBOS. Su pronóstico para el Reino Unido fue que la confianza había vuelto a caer, pero sobre todo advertía de “un significativo deterioro del desempleo”.

Es difícil imaginar una evolución muy distinta en los demás países europeos, que ya vienen registrando caídas sostenidas de confianza y que se encuentran o entrarán en recesión, como Irlanda, Reino Unido, España y Alemania. Almunia ha señalado que esta crisis financiera se traducirá “en más paro, menos empleo y, por tanto, afectará a las personas de carne y hueso; esto no es un simple problema estadístico”.

La futura evolución de los mercados financieros es una absoluta incógnita. Asusta la sinceridad de Marco Buti, director general de Asuntos Económicos y Monetarios de la Comisión Europea, quien asegura que “la banca internacional parece completamente diferente de lo que era tan sólo hace unas semanas. Y todavía no tenemos una idea clara de lo que parecerá mañana”.

Para Paul de Grauwe, profesor de Economía de la Universidad de Lovaina e investigador del Centre for European Policy Studies (CEPS), la cuestión está en que la confianza para que los bancos se sigan prestando entre sí “se ha evaporado” y esto hace que el modelo haya fracasado. El riesgo, añade, es que “conduzca a un parón de la economía”. “El problema está en que los bancos no sueltan nada, no cuentan su situación real”, señala una fuente de la Comisión. “Sólo cuando están entre la espada y la pared vienen corriendo diciendo que tienen un problemilla, cuando en realidad ya se están hundiendo”. En opinión de De Grauwe, la solución para restablecer el equilibro y la coordinación del sistema financiero pasa por la nacionalización de la banca. “Sólo hay una salida”, asegura. “Los Gobiernos de los mayores países (Estados Unidos, Reino Unido, la eurozona y, posiblemente, Japón) deben adquirir sus sistemas bancarios o al menos los bancos más significativos”. En su opinión, “los Gobiernos son las únicas instituciones que pueden salvar la fracasada coordinación” entre bancos.

Precisamente, la “nacionalización de todos los bancos” y no sólo los que están fallidos, como se está haciendo hasta ahora impunemente a costa de los contribuyentes, es lo que propone Jean Marie Harribey, presidente de ATTAC. Esta asociación independiente viene proponiendo desde hace años la introducción de una tasa en las transacciones internacionales para dificultar las operaciones puramente especulativas.

La intensidad de la crisis financiera ha reavivado las críticas del Parlamento a la Comisión, especialmente al comisario de Mercado Interior, Charlie McCreevy, a quien se considera un verdadero ayatolá del liberalismo -del que siempre ha hecho gala- y que siempre se ha mostrado reacio a cualquier propuesta de regulación de los mercados, reiteradamente pedida por parte del Parlamento.

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