Vuelta a empezar

Rioja2

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@page { size: 21cm 29.7cm; margin: 2cm } P { margin-bottom: 0.21cm } “Mi cabeza no me lleva a ese día. No quiero recordarlo. Soy una persona positiva que mira hacia el futuro sin miedo”, estas son las palabras de Cayo Sáenz, dueño de la carnicería con el mismo nombre, uno de los comercios más afectados por el atentado etarra de las pasadas fiestas de Semana Santa en Calahorra.

“Estábamos en la procesión de Semana Santa, cuando oímos un bombazo. En un primer momento pensé que era el sonido de un avión rebasando la barrera del sonido, pero luego empezó el revuelo. Comenzaron a sonar los móviles y la gente comentaba que había habido un atentado”.

Conforme Cayo se iba acercando al Cuartel de la Guardia Civil, iba viendo los destrozos y se acordó de sus padres, que vivían junto a su comercio. “Tardé dos horas en ver a mis padres, pero menos mal que la gente me decía que los había visto y que estaban bien”. Todavía hoy no han podido volver a su casa.

“Ellos están bien en nuestra casa porque estamos todos en familia pero, a pesar de que tienen más de 80 años, quieren continuar su vida de antes y seguir siendo independientes”. Ya han dado el visto bueno de las obras y del 15 al 20 de octubre se entregarán todas las viviendas, entre ellas, la de los padres de Cayo.

'Carnicería Cayo Sáenz' vuelve hoy a abrir sus puertas, pero han sido siete meses muy duros de peritajes y burocracia. “Hemos tenido muchas ayudas. Del ministerio, de la comunidad autónoma, facilidades para pedir créditos con interés cero, pero no sé lo que he tenido que poner de mi bolsillo, una barbaridad”.

Cayo habla también de la pérdida de clientes y lo que le costará recuperarlos, aunque destaca la humanidad, apoyo y calor de vecinos. Lo que tiene muy claro es no quiere que esta desgracia le proporcione clientes por compasión. “Nosotros queremos ofrecer un servicio de calidad y ser cada día más competitivos”.

Cayo también quiere resaltar la secuelas psicológicas, algo de lo que, según él, nunca se habla. “Mi madre, que tiene 82 años, sí que tiene miedo. Piensa que le puede volver a ocurrir. Yo no. Soy optimista y un comerciante siempre tiene que arriesgar”.

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