Camino de octavos

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Comenzó timorato el Atlético, corriendo detrás del balón e incapaz de trenzar las primeras jugadas del encuentro. Sin embargo, el ambiente del feudo rojiblanco invitaba a una gran noche, y no tardó en aparecer el 'Kun' para llevar el éxtasis a las gradas 'colchoneras'. En la primera jugada de peligro de los de Aguirre, Maxi vio el hueco a la espalda de la defensa gala, Agüero controló orientado y no perdonó en el mano a mano, batiendo por bajo a la salida de Mandanda.

Alentados por la inercia de gol, el Atlético dispondría aún de dos ocasiones manifiestas de gol en el primer cuarto de hora de juego. Primero Agüero, que esta vez no pudo salvar por alto la salida del cancerbero galo, y luego Raúl García, cuyo cabezazo desde el área pequeña se marcharía rozando el palo derecho.

Sabedor de que el resultado condenaba sus opciones de pasar de la fase de grupos, el Olympique se volcó al ataque. Los huecos favorecían a los rojiblancos, que aguardaban agazapados para aprovechar a la contra su velocidad. Las bandas, mientras tanto, eran cosa de los hombres de Erik Gerets, que incidieron por ambos flancos al verse incapaces de superar el muro de la defensa central rojiblanca.

Por la banda derecha llegó el premio a la insistencia francesa. Con Pernía ya batido, Bonnart apuró hasta la cal y centró al segundo palo, donde esperaba Mamadou Niang para subir el empate al luminoso con un cabezazo a placer. El senegalés fue el hombre más activo del ataque marsellés.

La locura, tan amiga de las noches atléticas, se instaló sobre el terreno de juego. El partido se abrió y el conjunto del 'Vasco' Aguirre volvió a sentirse como pez en el agua. Sinama anduvo falto de lucidez y lento en la conexión con sus compañeros, pero la velocidad de Agüero bastaba para sembrar la intranquilidad en la zaga francesa, que no dudaba en emplearse con dureza para frenar al ariete argentino.

En una de esas faltas expeditivas llegó el segundo tanto rojiblanco. La fuerte entrada de Taiwo obligó al 'Kun' a marcharse a la banda para ser atendido y fue sin su hombre más peligroso como el conjunto madrileño volvía a adelantarse. Pernía botó la falta rasa, a la espera de un toque que desviara el esférico a puerta, Raúl García metió la puntera y el balón salió cruzado al segundo palo, inalcanzable para Mandanda.

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