La estación de los bichos

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“Es característico que en estos meses los alérgicos a ácaros comiencen a manifestar los primeros síntomas de esta enfermedad, o bien éstos se presenten con más frecuencia que en verano o primavera”, explica Tomás Chivato, presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).

Por tanto, el otoño y el comienzo de las primeras lluvias determinan el aumento de la humedad ambiental, así como la puesta en marcha de las calefacciones - que provoca una menor ventilación de las viviendas por la llegada del frío-, todo lo cual produce que los ácaros mantengan su ciclo vital y, en consecuencia, esta situación agudice las manifestaciones alérgicas de esta enfermedad.

Según datos de la SEAIC, cerca de dos millones de personas en España podrían padecer alergia causada por ácaros. “Los estudios epidemiológicos llevados a cabo en España estiman una prevalencia de alérgicos en torno al 21-22% de la población general, y de ellos, un 25% de alérgicos afectados por alergia a ácaros, lo que arroja una prevalencia en torno al 5,1% de la población general, con amplias diferencias regionales, reflejo de las diferencias regionales del ecosistema acarino”, explica Ignacio Jáuregui, médico adjunto del Servicio de Alergia del Hospital de Basurto en Bilbao.

Por lo general, los primeros síntomas de la alergia a los ácaros -congestión nasal, estornudos, asma y enrojecimiento de la piel- suelen comenzar a durante los primeros cinco años de vida, aunque puede presentarse a cualquier edad. Según explica este especialista, “la predisposición genética es un condicionamiento fundamental para la susceptibilidad a padecer enfermedades alérgicas respiratorias, que, sin embargo, podrían no llegar a manifestarse, en ausencia de exposición a alérgenos ambientales como los ácaros. Está establecido que a mayor exposición alergénica en los primeros años de vida, existe más probabilidad de sensibilización y de desarrollo de asma alérgica, rinitis y dermatitis atópica”.

La humedad decide el número de ácaros capaces de vivir en una casa, mientras que la temperatura decide el tiempo necesario para completar su ciclo vital. El desarrollo óptimo de los ácaros se produce a temperaturas de 20-25° con una humedad relativa de 75%. Por debajo del 65% de humedad relativa no se observan poblaciones viables, y por debajo del 45% los ácaros desaparecen del todo. “El clima de Canarias, con alta humedad ambiental y temperatura constante (25-28º) favorece el crecimiento de estos microorganismos. Igual ocurre en toda la zona costera, el norte, la cornisa cantábrica, Galicia y Levante”, añade el doctor Chivato.

Los porcentajes de sensibilización a ácaros entre los pacientes alérgicos varían por comunidades. Según el estudio Alergológica 2005, elaborado por la SEAIC, el 73% de pacientes con rinoconjuntivitis alérgica en Canarias son alérgicos a ácaros; seguido por el País Vasco (62%); Asturias (60%); Galicia (55%); Cataluña (48%); Baleares (50%); Valencia (44%) y región Sur (25-38%). En la zona centro, con un clima seco y mayores oscilaciones de temperatura, su supervivencia es más difícil y la prevalencia de alergia a ácaros más baja. Así, el porcentaje en Aragón y Castilla-La Mancha es del 7% y el 29% en Castilla-León para pacientes con rinitis o asma. Por otra parte, Alergológica 2005 también recoge que la alergia a ácaros afecta al 42% de los niños menores de 14 años con de rinitis o asma bronquial en España

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