En tiempos de crisis, gastos adicionales

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Los 800.000 enfermos en España están siendo atendidos en un 80 % por sus familiares en el domicilio. El cuidador familiar, es también el responsable cuando el enfermo se encuentra en residencia, ya que tiene que llevar a cabo una labor de supervisión y seguimiento.

La enfermedad de Alzhéimer produce, con el tiempo, pérdida de la movilidad, lo que supone que en el enfermo disminuya la masa muscular, necesitando un suplemento proteínico para ayudar a controlar el riesgo de escaras; produce también dificultades graves en la deglución, necesitando un espesante de los líquidos para convertirlos en gelatina. Y produce neumonías recurrentes por broncoaspiración que los lleva a poder necesitar alimentación enteral por sonda nasogástrica. Todos estos productos nutricionales, que se obtienen en farmacia, deben ser prescritos por el médico y, estas recetas, visadas después por el inspector de zona, previo paso por un servicio de nutrición en un centro hospitalario de referencia.

Cada día, en AFALcontigo, nos encontramos con la impotencia del cuidador, que, tras recibir la receta del médico, se ve obligado a peregrinar en busca del visado. Cada inspector, por otra parte, tiene su criterio y se da el caso de que unas familias lo consiguen y otras no, según con cuál de ellos deban tratar.

Blanca Clavijo, presidenta de AFALcontigo, comentó una experiencia significativa de la asociación: “ayer me decía Balbina, una cuidadora: Yo me gasto 17 euros a la semana en un bote de espesante para mi marido más 156 euros en los batidos de proteína, que me duran para 14 días; ya no me dan el visado”.

Por otro lado, Francisco Toquero, vicesecretario del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM) señaló que “el paciente de alzhéimer debe tener un control sobre su estado nutricional, que esté equilibrado, evitando en la medida posible el sobrepeso y otras enfermedades degenerativas. Por ejemplo, en caso de que el paciente tenga serias limitaciones físicas habría que tender hacia una dieta hipocalórica para evitar que caiga en la obesidad”.

AFAL sostiene que las razones para estos visados obedecen a motivos económicos, que se imponen a un colectivo ya sobrecargado económicamente de forma asfixiante por una enfermedad a la que se atribuye un costo de 30.000 euros por enfermo y año (contando costes directos e indirectos) y que merece toda la ayuda de la Administración.

La organización, que cuenta con 3.000 familias asociadas, reclama de las Administraciones el derecho a obtener estos productos a través de autovisado de las recetas de la Seguridad Social, tanto en el domicilio como en la residencia.

Para Blanca Clavijo, “los enfermos con demencia, ancianos en su mayoría, ya le han dado a la sociedad toda su vida y merecen recibir de ella un buen cuidado”.

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