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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

España pasa a la final y se asegura la medalla de plata

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Las buenas sensaciones transmitidas por el equipo español a lo largo del torneo se vieron refrendadas con un triunfo inmortal ante el rival perfecto. Australia se había convertido en una bestia negra para España, pero el partido de ayer, primera victoria olímpica sobre los 'aussies', ajustó las cuentas vengando además la derrota en el pasado 'Champions Trophy'.

En la final espera Alemania, el único equipo capaz de batir a los españoles en estos Juegos (0-1 en la primera fase). La vigente campeona del mundo superó en la otra semifinal a Holanda (1-1, 4-3 en penalties strokes) e intentará apartar del oro a España en su segunda final olímpica, como ya hizo la selección holandesa en Atlanta 1996.

Para conquistar su primer campeonato olímpico, España deberá ser fiel a los principios que ya le han garantizado la plata, basados en la organización y la imaginación desplegada por su magnífico trío atacante: Pol Amat, Edi Tubau y Santi Freixa. Pero, por encima de todo, los 16 jugadores que enfrentarán el sábado el reto más importante de sus carreras deberán apelar a su capacidad de sufrimiento, la única razón que explica lo acontecido hoy en Pekín.

LA FE COMO ARGUMENTO PARA GANAR

Australia saltó al campo con la vitola de equipo invicto y máximo goleador del torneo, como dejó claro unos segundos después del pitido inicial. Corría el primer minuto cuando Abbott pinchó un buen centro desde la banda derecha ante lo que nada pudo hacer Cortés. Lejos de noquear a España, el gol generó unos minutos de furia con varios penalti-corner finalmente infructuosos.

Bajo el susurro de Australia, el partido se adormeció muchos minutos, prácticamente toda la primera parte, a excepción de un par de incursiones españolas que Lambert desbarató con autoridad. El paso por vestuarios parecía el momento clave para que Hendriks refrescara las ideas de sus jugadores, pero se repitió la misma historia.

Australia se había adelantado en el primer minuto de partido y Ockenden eligió el segundo de la reanudación para empalar un gol que parecía definitivo. Otro mazazo al inicio y otra reacción furiosa de los españoles, esta vez con la recompensa del gol, anotado en el minuto 39 por Tubau, encargado también de empatar el encuentro en el 44.

Quedaban 25 minutos, el marcador volvía a su origen y los oceánicos se empequeñecían bajo el peso de la responsabilidad. Entonces despertó Pol Amat, un puñal por la banda izquierda, donde estableció su pequeño paraíso. Superviviente de aquella final en Atlanta 1996, el delantero fabricaba el gol en cada jugada y sólo necesitaba un poco de ayuda para lograr su objetivo.

Finalmente, un penalti-corner provocado por Amat culminó el milagro a dos minutos del final, gracias a un lanzamiento certero de Freixa que describió un ángulo imposible para Lambert. España congeló el partido los dos últimos minutos pensando ya en la gloria que espera el sábado a las 14.30 (hora española): su primer oro olímpico.

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