Bolt se hace universal

Agencias

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El nombre del jamaicano Usain Bolt entró en mayúsculas en la historia del atletismo y del olimpismo después de pulverizar uno de los registros más universales de la velocidad, el del doble hectómetro, para colgarse su segunda medalla de oro en la cita olímpica y asombrar al mundo con su increíble destreza en el sprint.

Bolt elevó su categoría a cotas universales, amasando en dos tardes un hito olímpico que perdurará en el tiempo. Un doblete antológico por la superioridad demostrada y sobre todo dos cronos espectaculares, récords perecederos y que le sitúan a la altura de los más grandes deportistas de todos los tiempos.

El atleta de Trelawny, en su distancia predilecta, rebajó dos centésimas la plusmarca mundial del mítico Michael Johnson y paró el crono del doble hectómetro en 19,30. Además firmó un doblete que no conseguía ningún atleta desde Carl Lewis, uno de los más 'oscarizados' de la historia olímpica, en los Juegos de Los Ángeles en 1984.

El 'relámpago', que mañana cumplirá 22 años, cambió esta vez el modus operandi. En realidad hubo tres carreras. La primera, por el oro, la ganó Bolt en la contrarrecta, donde ya distanciaba a sus adversarios, la segunda, por la plata, se la apuntó Churandy Martina de las Antillas Holandesas -con el bronce para Wallace Spearmon- y sobre todo la tercera, por el récord y la más atractiva.

Bolt había amagado en el hectómetro, y aún así hizo 9,69, cortando el viento mientras abría sus brazos para festejar su triunfo a diez metros de la llegada. En las series de los 200 se había paseado, pero era consciente de que alejar la sombra de Johnson requería otro tipo de esfuerzo en la final.

El jamaicano salió decidido. Su tiempo de reacción le permitió llegar ya con ventaja a la contrarrecta, ya sin referencias. Luego sabría mantener la velocidad en la recta, como plusmarquista de cien que es. Su braceo poderoso, su zancada kilométrica y el gesto de esfuerzo máximo le hicieron avanzar definitivamente hacia el récord.

Sólo se permitió una impureza en su estilo, mirar al marcador. Controlar los segundos de carrera añadieron más tensión a su rostro y a su carrera y también una motivación añadida para 'no respirar' hasta cruzar la meta, ahora sí en pleno esfuerzo, sin dejarse nada, para hacerse un hueco en la historia del atletismo.

Envuelto ya en la bandera de su país, enseñando sus zapatillas doradas, como hiciera Johnson, Bolt se convierte en leyenda viva de la velocidad. Hace un mes era un atleta anónimo, desapercibido para el gran público, y ahora ya es universal.

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