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Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Las curiosas tradiciones de La Rioja

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La Rioja, tierra de vino y de buen comer, pero también tierra de tradiciones. Un lugar en el que pasado y presente se unen y en el que se se dan peculiares tradiciones centenarias y nuevas creaciones que a penas cuentan con la mayoría de edad pero que ya se han convertido actos principales de las fiestas.

De norte a sur de la comunidad rara es la localidad que no tiene un acto central en sus fiestas. Un acto multitudinario que reúne en su entorno a la gran mayoría de vecinos y visitantes que se acercan a disfrutar de sus celebraciones. Todos tienen una Tradición con mayúsculas, y algunas son de lo más peculiares y variopintas, dignas de ser destacadas.

A muy pocos kilómetros de Logroño, en Agoncillo, sus habitantes esperan el gran momento de la festividad, el “lanzamiento de azadón”, organizado por la Peña San Roque y celebrado hacia el 13 de agosto, en fechas cercanas a la la Virgen de agosto. Desde hace más de diez años se lleva celebrando este peculiar evento entre los vecinos de Agoncillo. Un concurso que consiste en lanzar un azadón a la mayor distancia posible.

Aunque el concurso parezca de lo más riojano, lo cierto es que en otras localidades españolas también se desarrolla un acto similar, aunque en Sandoval de la Reina (Burgos), por ejemplo, las reglas que lo rigen establecen ciertas diferencias con el que los avioneros celebran en su pueblo.

En Villoslada de Cameros se tomó prestado el año pasado un concurso que nada tiene que ver con lo gastronómico. Y es que, si en un bar no sabemos qué hacer con los restos que nos quedan tras comernos una oliva, en esta localidad nos retan a ver quién llega más lejos en su “lanzamiento de hueso de aceituna”.

Pero parece que esto no es propio de Villoslada, ni siquiera de La Rioja, ya que la tradición la recoge el pueblo de Cieza que celebra por catorce años consecutivos el campeonato del mundo de lanzamiento de hueso de aceituna. Y allí, en tierras murcianas, continúan luchando para que este singular acto se convierta en deporte olímpico, haciendo del hueso de la oliva un afamado concurso.

La mayoría de edad la cumple este año, el 25 de agosto, la carrera por excelencia de La Rioja baja, la Calzoncillurbana de Calahorra, organizada por la Peña El Hambre. Parece que para los calagurritanos eso de correr en paños menores por las calles de la ciudad se ha convertido en todo un acto festivo, imponiéndose durante dieciocho años consecutivos en el programa de fiestas como uno de los eventos señalados. Jóvenes “sinvergüenzas” se preparan durante semanas para tan peculiar carrera. Una competición en la que harán gala de cuerpo, resistencia y lencería.

Este año se celebra la XXII edición del Rally de Caracoles en la localidad riojana de Tricio a finales de agosto. Un campeonato de velocidades desorbitadas en el que participan numerosos moluscos entrenados y vitoreados por sus infantes entrenadores. Porque la mayor parte de estos babosos participantes han tenido un riguroso entrenamiento previo a manos de los niños vecinos de Tricio.

Los diminutos animales, no contentos con tener que arrastrar a diario su casa, son cargados con una lata de espárragos de 250 gramos de peso, a modo de remolque, a lo largo de un tablero dividido en varias calles.

Dos horas antes del comienzo de la carrera los caracoles son estimulados con agua fresca y vegetales. En el transcurso del recorrido sólo se permite humedecer la pista con un pulverizador de agua para que los intrépidos participantes encuentren frescor en la pista.

El por qué de esta extraña competición se remonta a unos albañiles que hace años observaron incrédulos cómo una alpargata de esparto se movía sola. Nada más lejos de la realidad, la zapatilla no estaba viva, sino que era transportada por un valiente caracol que tenía ganas de dejar su humilde apartamento y mudarse a un chalet de esparto. Desde aquel momento se quiso hacer un homenaje y se creó dicha carrera, sustituyendo la alpargata por una lata de espárragos.

Las reacciones de los concursantes pueden variar desde una carrera recta y limpia de 10 a 30 centímetros de recorrido, hasta darse la vuelta u ocultarse en su casa andante buscando la sombra.

Sin salir de la localidad caracolera, encontramos una tradición que lleva celebrándose durante treinta y seis años. Se trata, nada más y nada menos, que de una carrera de burros por las calles de Tricio. La iniciativa se creó con idea de concienciar a vecinos y visitantes de la crianza y protección de este animal en peligro de extinción.

Las reglas son claras: no pueden ser maltratados con fustas o palos, y aquel que lo haga será descalificado automáticamente; y sólo podrán utilizar una manta por montura y animarlos verbalmente para que lleguen los primeros a la meta.

Esta tradición tiene su origen en unas carreras cómicas en las que los jóvenes jinetes iban disfrazados de payasos. Poco a poco la participación fue en aumento y los premios mejoraban año tras año, hasta que se establecieron ciertas normas para participar y se creó un concurso que este año cumplirá sus treinta y siete años.

Una de las tradiciones más antiguas de La Rioja, y la que mayor modificación ha sufrido desde sus comienzos, es la carrera de gallos de Nalda, que se celebra en la localidad el 18 de agosto. El origen de esta carrera data del siglo XII, cuando todavía se utilizaban animales vivos para su realización. La proeza consistía en arrancar el mayor número de cabezas de gallos que colgaban bocabajo de un mástil de madera, y lanzarlas al público manchando de sangre a los espectadores.

En 1995 fue prohibida la utilización de gallos vivos en tal macrabro espectáculo, siendo totalmente comprensible que en el siglo XXI se negase esta práctica. La carrera fue de nuevo establecida en 1999, cuando se sustituyeron los gallos vivos por figuras de metal, pasando a ser de peluche en tiempos posteriores y de goma en los últimos años. Un verdadero espectáculo que desde tiempos inmemoriales no deja indiferente a nadie.

Las tradiciones en La Rioja son muchas y muy variadas. Son, sin duda, uno de los atractivos de esta tierra en la que disfrutar de sus fiestas se convierte en tarea fácil.

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