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El Rincón del Buen Decir: Después de disfrutar a currar

Rioja2

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Las vacaciones se van terminando y el Rincón del Buen Decir regresa de su letargo para conocer ciertos términos que a partir de estas fechas se van a hacer patentes en la vida de muchos jóvenes y no tan jóvenes cuando tengan que volver al curro o a hincar los codos.

Y es que, si cuando nos despedimos hicimos hincapié en las palabras típicas del verano, ahora podemos destacar determinadas expresiones que se harán habituales en los temas de conversación de todos cuantos hayan disfrutado de un periodo vacacional. Porque después de esos días de descanso toca armarse de paciencia y fuerza y aguantar el tirón hasta las próximas vacaciones.

Una vez terminado el periodo escolar, los estudiantes disfrutan de casi tres meses de vacaciones, aunque no todos. Muchos son los que por una circunstancia u otra se han dejado alguna asignatura para septiembre, última oportunidad del año para poder “pasar limpios” al curso siguiente. Es hacia agosto cuando las prisas de estos estudiantes empiezan a florecer y pretenden memorizar todo aquel temario que durante el curso no lograron conseguir.

Las semanas previas a los exámenes se duerme poco, se sale aún menos pero se estudia mucho. Con el paso del tiempo y de las generaciones nuestros jóvenes han ido incorporando a su léxico particular determinadas palabras o expresiones que hacen de la acción de estudiar todo un mundo.

El Diccionario de la Real Academia (DRAE) recoge términos como chapar o empollar, palabras más que conocidas por todo aquel que lleva los libros por montera, y que la gente utiliza en frases como: “Esta semana me voy a tirar chapando todo el día”.

La palabra empollar hace referencia a la cantidad de horas que se pasan sentados en las sillas de sus cuartos o bibliotecas, donde simulan a un pájaro que calienta los huevos de los que en un futuro saldrán sus polluelos. No me negarán que la similitud no es ingeniosa.

Con la misma explicación que empollar tenemos el sinónimo incubar o la expresión “calentar la silla”. Ésta última, dependiendo del tono en el que se diga, puede sonar un tanto irónica para aquellos que no se esfuerzan en sus estudios y están, simplemente, calentando la silla de su habitación y dejando que pasen los minutos.

Pero la acción de estudiar puede resultar tremendamente peligrosa si nos guiamos por expresiones como “partirse el espinazo”, “romperse o hincar los codos” o “quemarse las neuronas”. La acción de hincar los codos simula la posición en la que los escolares se sitúan para aguantar la cabeza mientras intentan enriquecer sus cerebros con las lecciones del día. Y las neuronas las queman, las abrasan y las achicharran de tanto pensar y memorizar apuntes.

Chupar flexo, otra de las expresiones que hace previsualidad cuál es la situación de muchos chavales que, tanto durante el curso como ahora en verano, tienen que encerrarse en su habitación sin otra imagen en la mente que la de la bombilla del flexo calentando sus sienes.

Pero esta situación no se hubiese producido si todos estos individuos no hubiese recibido un cate en sus notas de julio. El DRAE recoge el verbo catear como un término coloquial, propio del léxico estudiantil. La palabra cate proviene del caló caté 'bastón', y este del sanscrito kastha 'madera'.

Una palabra que en catalán significa realizar un trabajo duro y excesivo se utiliza entre estudiantes como sinónimo de suspender una asignatura, ésta es pencar.

Así que todos estos jóvenes y “jóvenas” (como decía cierto profesor) que tengan que presentarse a la repesca 'examen especial que se hace para aquellos que hayan suspendido una asignatura', deberán durante estos días, y hasta septiembre, quemarse las cejas estudiando.

Y si después de estos días de descanso lo que hacemos no es volver a los estudios, si no a la rutina del trabajo, debemos señalar que la palabra más conocida por todos para nombrar tal intrépida acción no es otra que la popular currar o currelar, con sus derivados currante, currelante, curro o currele.

Pero, ¿de dónde viene la palabra currar? Pues nuevamente nos transportamos a la lengua caló. La palabra currar o currelar es una voz gitana que significa 'trabajar con ahínco' y está formada por la fusión de currandó 'martillo', derivada de la raíz sánscrita kur, y de la palabra querelar 'hacer algo con continuidad', formada por la raíz sánscrita ker y el sufijo -elar, un aumentativo gitano.

No debemos olvidar mencionar el ir o venir del tajo, cuyo significado aparece en el DRAE como 'lugar en el que se trabaja'.

Pues, lo dicho, una vez finiquitadas las vacaciones, no toca otra que cargar las pilas con ganas e ilusión y ponernos a trabajar, estudiar, empollar o currar como locos hasta que llegue otro merecido descanso en el que podamos disfrutar.

Desde Rioja2 recomendamos a nuestros jóvenes estudiantes que se dejen las chuletas como meros productos gastronómicos y no se intente hacer ninguna picia en los exámenes de septiembre. Y a todos aquellos lectores que trabajen les aconsejamos empezar con ganas en el curro, pero con cuidado, no vaya a ser que la depresión postvacacional haga mella en los ánimos.

Si conoces más palabras que hagan referencia al tema que esta semana hemos tratado en el Rincón del Buen Decir no dudes en dejarnos tu comentario.

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