En agosto y trabajando

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Estresado y con envidia” dice un joven camarero de una conocida cafetería de la Gran Vía logroñesa. Es 1 de agosto y el local está lleno. Algunos de los clientes están ya de vacaciones y no tienen prisa. Otros tienen que volver a trabajar en breve, mientras ojean el periódico toman a sorbos rápidos una taza de café.

Esta sensación de estrés y envidia es muy habitual entre las miles de personas que tienen que trabajar en agosto. Ricardo, un panadero atiende con una sonrisa a los clientes. Y eso que no tiene muchos motivos por los que sonreír ya que no sólo se pasará el agosto detrás del mostrador si no que además aún le quedan muchos meses antes de coger su merecido descanso.

“Acumulo contratos temporales y hasta diciembre no creo que tome vacaciones” afirma resignado, aunque asegura que la ciudad en verano también tiene muchos encantos.

También lo cree así un trabajador del Hospital de Logroño que se irá de vacaciones el próximo lunes. Hasta entonces aprovecha su tiempo libre y cuenta las horas para poder hacer la maleta y marchar a su destino estival.

José Ángel, un vendedor de cupones de la ONCE acaba de llegar de vacaciones. El día 1 ha comenzado a trabajar y se ha despedido, con pena, de su mes de descanso.

Me quedaré todo el verano en Logroño, tengo que trabajar” asegura mientras recorta unos cupones en su puesto, “la verdad es que lo pienso, y sí, me dan envidia los que ahora se marchan .”

Y es que la alegría va por barrios. Unos que llegan, otros que se marchan y otros que se marcharán en septiembre. Un mes, que cada vez eligen más riojanos para irse de vacaciones. Tiene muchas ventajas: es más barato, no hace tanto calor y hay menos gente veraneando.

“Es la primera vez que vivo en Logroño y pasaré el verano en la ciudad, así que tengo ganas de conocerla” nos dice una joven dependiente de una tienda de golosinas, “me voy en septiembre pero tengo y mes para conocer la ciudad”.

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