Cavendish, superior, ya suma tres triunfos

Agencias

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La segunda plaza fue del francés Sebastien Chavanel (Francaise) y la tercera del belga Gert Steegmans (Quick Step). Oscar Freire volvió a meterse en la refriega, pero hubo de conformarse con la quinta plaza.

Los favoritos se mantuvieron en sus posiciones. Cadel Evans salvó una etapa que acabó a una media de 45,77 kms/hora con el maillot amarillo.

El luxemburgués Frank Schleck (CSC) le sigue a un segundo y el estadounidense Christian Vandevelde (Garmin) a 38 segundos. Carlos Sastre es el primer español, sexto, a 1:28 y con las ilusiones intactas en espera de los Alpes.

Riccó, triste protagonista de la jornada

La duodécima etapa del Tour nació con un nuevo escándalo, con otro fiasco, el enésimo sobre un deporte con los índices de credibilidad en el subsuelo. El positivo de “La Cobra” Riccardo Riccó, el “héroe” de Super Besse y de los Pirineos, envenenó la carrera y obligó a desviar la mirada de la carretera y a iniciar nuevos debates sobre el último grito en materia de sustancias dopantes y el futuro de un deporte en el que muchos demuestran altos grados de “imbecilidad e irresponsabilidad”, según Patrice Clerc, el máximo dirigente del Tour.

Como la vida sigue, y el ciclismo, de momento, también, el pelotón salió sin los 7 corredores que le quedaban al Saunier Duval, que decidió “salvar la imagen del Tour” con una retirada en masa. Llegaba la imagen de otro corredor abatido, del mismo que deleitó a la afición con dos exhibiciones antológicas. “Cuando se ven cosas increíbles es que no son verdad”, dijo el británico David Millar, un ex del Saunier y sancionado por dopaje.

LLegada masiva

Ya en el asfalto, el Tour caminó cabizbajo hacia la costa, con el impacto a cuestas y bastante calor. Era un día para esprinters, y los guepardos no podían dejar escapar una oportunidad para el lucimiento. El pelotón permitió una escapada “made in France” con Arnaud Gérard (Francaise) y Samuël Dumoulin (Cofidis). Se unió a 50 kilómetros de meta el español Juan José Oroz (Euskaltel), un movimiento voluntarioso pero estéril, ya que el grupo los tenía controlados para anularles las ilusiones a 10 kilómetros de meta.

El guión se cumplió con la disputa de una llegada masiva en la que se metieron los más rápidos del pelotón. El Quick Step tiró en los últimos kilómetros para colocar a Steegmans, pero el Columbia se puso al frente en la última curva para lanzar un esprint de 1.000 metros. Entre todos volvió a destacar el joven Cavendish, que exhibió una aceleración en los últimos 200 metros imposible de contestar.

El ciclista de la Isla de Man cosechó la décima victoria de la temporada. Lo celebró estirando tres dedos. Ya van tres, y las que le quedan como el doble campeón mundial en pista siga empeñado en repartir desparpajo y calidad en cantidades industriales. Aire fresco en un deporte que se ahoga.

Mañana se disputa la decimotercera etapa, entre Narbona y Nimes, de 182 kilómetros, óptima para que los esprinters aprovechen otra oportunidad.

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