Pájaros atrapados en acero

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La tarde tentaba al sol a ratos en el Espolón logroñés cuando, a eso de las siete y cuarto, el cuarteto de violonchelos de la Orquesta Sinfónica de La Rioja rompía el silencio. Un minuto de respeto en torno a una gran estructura de acero: la escultura de Agustín Ibarrola en recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo.

Alrededor de ella, se concentraban muchas miradas: las de los responsables institucionales; las de los políticos; las de los ciudadanos que espontáneamente se habían acercado allí; las de los periodistas y cámaras, pero, sobre todo, las de las víctimas y sus familiares que han sentido la barbarie terrorista en carne propia.

Sonaba ‘El canto de los pájaros’ y la sinfonía parecía querer elevarse, acero arriba, sobre la obra -días atrás fuente de polémicas- de Ibarrola, hasta allí donde ésta se rompe en dos planos sesgados, lo que pareciera el perfil de dos gaviotas atrapadas.

Un acto, decía Maite Pagazaurtundua, presidenta de la Fundacíón Víctimas del Terrorismo, “de máxima solemnidad y respeto” a las víctimas con el que Logroño les rendía tributo. “La Rioja -ha defendido- ha acogido, con enorme dignidad, a muchos que quedaron desarbolados por el asesinato de un ser querido y buscaban un futuro para sus hijos”.

Aquellas personas que, proseguía el presidente de la Fundación Víctimas del terrorismo en La Rioja, Fernando San Martín, han ocupado un “palco tenebrosamente privilegiado” en el sufrimiento, durante “muchos años”, de la masacre terrorista. “Ante la indiferencia –ha acusado San Martín-, apatía cuando no desprecio social; el arrinconamiento, cuando no el insulto directo”. “La muerte no prescribe y la memoria, si se quiere, tampoco”, ha reflexionado durante su discurso para pedir un esfuerzo común en la defensa de “una posición firme ante el terror”. “Lo merecen las víctimas y las generaciones futuras”, ha aseverado.

COMPROMISO INSTITUCIONAL

Desde el palco de honor, el ministro de Cultura, César Antonio Molina, el presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, y el alcalde de Logroño, Tomás Santos, les escuchaban junto al escultor Agustín Ibarrola.

Santos ha sido el primero de los tres en hablar. El alcalde de Logroño ha querido mostrar el afecto de la ciudad hacia las víctimas del terrorismo. “Vuestro dolor es el nuestro”, ha afirmado. “Este monumento que hoy erigimos es un símbolo de nuestro férreo compromiso contra el olvido”. Un ejercicio de recuerdo que el alcalde ha defendido como parte de un compromiso social e institucional, “activo y constante”, en la lucha contra el terrorismo, a favor de las víctimas y en solidaridad con ellas.

Tras él, ha tomado la palabra el ministro de Cultura que ha hecho de su discurso un homenaje al valor del arte como “conciencia de nuestro tiempo” con la obra de Agustín Ibarrola como ejemplo. Un artista que, según ha recordado, fue juzgado por tribunal militar a nueve años de cárcel durante el régimen franquista y desde la prisión ya hacía salir sus dibujos a favor de la “libertad, la convivencia y la tolerancia” a la calle. Su obra, según ha defendido Molina, mantiene desde hace más de cincuenta años “ese sentido de que la humanidad y la solidaridad unen bajo la amenaza a la libertad y a la propia vida”. “Ideales nítidos –ha proseguido- para denunciar lo que se calla”.

Finalmente, Pedro Sanz ha cerrado el acto que ha calificado como signo “de fortaleza democrática”. “Nos han querido hacer débiles y nos han hecho cada día más fuertes”, ha aseverado en clara referencia a los terroristas. El presidente riojano ha querido dejar claro a las víctimas y sus familiares “que no están solos”. “Cada vez que pasemos por aquí, cada vez que miremos esta escultura, les recordaremos”, ha afirmado para acabar concluyendo con un llamamiento a la unidad de españoles y partidos políticos en la búsqueda de un país “en paz, convivencia y libertad”.

El acto ha finalizado con una ofrenda de rosas blancas por parte de una pareja de niños, que las ha depositado a los pies de la escultura que el propio autor, Agustín Ibarrola, ha descubierto para luego abrazarse y fotografiarse con los asistentes.

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