Trastornos asociados

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Los niños con déficit de hormona de crecimiento presentan niveles altos de varias hormonas asociadas con la obesidad. Estas hormonas, llamadas adipocitarias, generan alteraciones en el metabolismo graso, produciendo un acumulo de grasas alrededor de las vísceras abdominales. Por este motivo, estos niños podrían presentar un mayor riesgo de tener cifras elevadas de colesterol, hipertensión arterial y resistencia a la insulina, que podrían contribuir, ya en edades tempranas, a un incremento del riesgo de sufrir eventos cardiovasculares.

Así lo ha demostrado el Estudio FAYDS, coordinado por los doctores Luis Fernando Lopez-Canti, del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Nuestra Señora de Valme de Sevilla y Juan Pedro López-Siguero, del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Materno-Infantil Carlos Haya de Málaga, en el que han participado especialistas de 17 hospitales españoles, en colaboración con Ferring, y cuyos resultados se han presentado en el último Congreso Nacional de Endocrinología Pediátrica.

“El déficit de hormona de crecimiento tiene consecuencias sobre la talla de los niños -afirma el doctor López-Siguero-, pero también conlleva otros efectos metabólicos importantes. Según ha puesto de manifiesto el estudio FAYDS, los niños con déficit de hormona de crecimiento tienen aumentados hasta en un 30% los niveles de varias hormonas del tejido adiposo respecto a los niños sanos. Este aumento genera cambios en el metabolismo graso, con la elevación del colesterol, problemas en la acumulación y eliminación de otro tipo de grasas, incremento de las cifras de tensión arterial, aumento de la resistencia a la insulina, alteraciones descritas en el denominado síndrome metabólico, lo que aumentaría el riesgo de que estos niños puedan sufrir un evento cardiovascular”.

TRATAMIENTO EXÓGENO

Este estudio ha mostrado que es posible revertir este efecto mediante el tratamiento sustitutivo de hormona de crecimiento con somatropina recombinante durante un año. “Las conclusiones de este trabajo demuestran que este tratamiento en niños de 5 a 12 años logra regular los valores de varias de estas hormonas hasta alcanzar los niveles de los niños sanos. Es el caso de la adiponectina, una hormona protectora de la arteriosclerosis, o de la leptina, hormona que se encuentra elevada en la obesidad”, asegura López-Siguero.

“Estos datos, -añade el doctor Luis Fernando López-Canti- muestran que durante el tratamiento sustitutivo con hormona de crecimiento durante un año se modifican los marcadores que están alterados en estos niños enfermos y tienden a parecerse a los de la población normal”.

Según los especialistas, estas alteraciones que se han observado en niños preadolescentes, de 5 a 12 años, son más acusadas posteriormente en la edad adulta. “Los niños que llegan a la edad adulta con este déficit de hormona de crecimiento tienen, por tanto, una alteración metabólica más acusada que se traduce en mayor tendencia a la obesidad y riesgo cardiovascular, como hipertensión o resistencia a la insulina, entre otros”, indica el doctor López-Siguero.

De todas formas, este especialista explica que los resultados del estudio “son preliminares y no se pueden extraer aún conclusiones definitivas a cerca del efecto que puede ejercer la GH sobre la función adipocitaria hasta que no se lleven a cabo nuevos estudios en muestras más amplias de pacientes”.

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