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Una 'Premier' a la riojana

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Tenía que ser un francés quien viniera a presentar en ‘Premier’ su cosecha 2007. Este joven nacido en las cercanías de París (Poissy), formado en Burdeos y ‘rodado’ en Borgoña, llegó a La Rioja de la mano de Telmo Rodríguez, de quien se independizó en 2006 para crear sus propios vinos.

Olivier Rivière ha buscado Garnacha en los viñedos de las zonas más altas de Cárdenas, donde también ha encontrado Graciano, Viura y Malvasía, a las que se suma el Tempranillo de Laguardia.

En su segunda cosecha de Rioja ha incrementado la producción y el número de referencias y ha cambiado algunas de sus marcas, después de que sus tintos ‘Rochère’ encontraran reparos por parte de cierta marca de chocolate.

Siguiendo la tradición bordelesa, ha presentado en ‘Premier’ cinco vinos de la añada 2007, de los cuales sólo está ya disponible ‘La Vida en Rosa’ al que llama “tinto ligero de color”. Este rosado está elaborado con un 80% de Garnacha y un 20% de Tempranillo de Cárdenas, que fermenta en barrica de roble francés y cría durante 6 meses.

El blanco ‘Jequitibá’ mantiene el exótico nombre de un frondoso árbol brasileño –patria de su esposa-, pero en esta añada deja de ser monovarietal de Viura para mezclarse al 50% con Malvasía. También es fermentado y criado en roble francés, en un 25% nuevo, ya que gusta de mezclar con roble viejo. La añada 2007 saldrá al mercado en septiembre.

Si ya sorprende que un francés bautice un vino como ‘La Vida en Rosa’ –se ríe cuando se le recuerda la popular frase en su lengua materna- llamarle ‘Rayos Uva’ a su vino joven es un guiño a su propia edad. En julio pondrá en el mercado este vino elaborado con un 90% de Tempranillo y un 10% de Garnacha, con uvas procedentes de Rioja Alavesa y Rioja Alta.

Al Crianza lo ha bautizado ‘Genko’, que es la ‘piedra’ japonesa en un juego similar al ‘piedra, papel y tijera’. Elaborado con Garnacha y Tempranillo –la mayor parte de Cárdenas completado con Laguardia- ‘Genko’ se vinifica con sus lías, está realizando la fermentación maloláctica en barrica de roble francés y se embotellará sin filtrar ni clarificar. Saldrá al mercado entre septiembre y octubre.

Su quinto vino es el más ‘Premier’, ya que saldrá al mercado entre junio y octubre del 2009, y es también el más ‘historiado’. ‘Pago del Barbero’ toma su nombre del mote del propietario de la viña de 70 años ubicada en las laderas de Cárdenas en las que Olivier Rivière puso sus ojos.

En el más puro estilo clásico, la uva se pisa tres veces al día durante los 18 días que dura la maceración. La Garnacha (80%), los Tempranillo y Tempranillo Peludo (15%), el Graciano y el Mazuelo (5%) son de cultivo biológico y, tras su vendimia en cajas, se elaboran mezclando todas las variedades. Tras la fermentación alcohólica se traslada a barrica borgoñona de roble francés, donde aún no ha realizado la maloláctica.

Aunque en este segundo año ha aumentado su producción hasta 15.000 botellas, a los vinos de Olivier Rivière se les sigue considerando de ‘Garaje’. El número de botellas de ‘Jequitibá’ es de 1.800 (7,20€) y 'La Vida en Rosa', 1.000 (7,20€). El vino joven ‘Rayos Uva ocupa una gran parte de la producción, con 15.000 botellas (4,50€); 'Genko', 7.500 (10€) y ‘Pago del Barbero', 900 botellas (24,90€).

El joven bodeguero francés vende casi todo fuera de España, sobre todo en Japón, y ahora Inglaterra y Estados Unidos.

...EN UN SITIO COMO ESTE

Olivier Rivière recaló en La Rioja de la mano de Telmo Rodríguez y encontró el amor de una mujer brasileña en esta tierra, en la que decidió quedarse.

Casi se podría decir que experimenta con sus vinos. Busca y rebusca el ‘terroir’ porque cree que lo único que le falta al Rioja es diferenciar zonas y suelos para encontrar la máxima expresión en cada vino. “Hay que identificarse y hay que hacerlo bien”, asegura, para subrayar que quiere identificar bien los suelos.

Nacido en 1978, estudió Viticultura y Enología en Libourne y comenzó su andadura en Burdeos, antes de trasladarse a Borgoña para trabajar con renombrados ‘vignerons’, un término tan difícil de traducir en el mundo vitivinícola francés como ‘terroir’: el primero, como ‘viticultor’ que se ocupa de algo más que las viñas; el segundo, como ‘tierra’ con lo que ello conlleva.

Asegura intervenir lo mínimo posible en la elaboración de los vinos, pero estar “siempre encima de ellos”. Tener 5 marcas dividas en 15.000 botellas le parece natural, al igual que hacer vinos de ‘Garaje’ relativamente baratos. “Es importante que la gente elija el vino que le gusta y que pueda pagarlo”, dice.

Su filosofía: cultivo ecológico y, progresivamente, biodinámico, levaduras naturales, barricas borgoñonas, pocas de ellas nuevas, y que la calidad de uva sea tal que los procesos de bodega sean mínimos, resaltando el trabajo previo en el viñedo.

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