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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Japón se queda sin ingenieros

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Las universidades llaman a esta particular fuga de cerebros del área tecnológica 'rikei banare' -huida de la ciencia-. El declive es tan acusado que la industria ha empezado a anunciar la profesión en sí usando como reclamo atractivos modelos, y las compañías están empezando a importar, tímidamente por ahora, trabajadores cualificados. También se han trasladado partes de la producción a países donde no existe este problema, como Vietnam e India.

Según los educadores, los ejecutivos y los propios jóvenes japoneses, el modelo de carrera más atractivo es el modo de vida americano: elegir una carrera muy bien pagada (finanzas o Medicina), o bien carreras más vocacionales, como las artísticas, en lugar de desarrollar una profesión en el mundo de las fábricas.

El problema no ha cogido a nadie por sorpresa. Los primeros signos del decreciente interés de los jóvenes por la ingeniería y la ciencia empezaron a vislumbrarse dos décadas atrás, cuando el país alcanzó el nivel de vida del primer mundo. De hecho, se prevé que el fenómeno se repita en otros países del entorno cuya evolución económica y social ha sido similar a la nipona.

Una estimación del Ministerio del Interior tasa el déficit de la industria tecnológica en medio millón de ingenieros informáticos. Los cazatalentos han empezado a contratar a estudiantes que aún no se han licenciado, tentándoles con sustanciosas ofertas económicas, una práctica que era impensable en el Japón de hace años.

Parece que el asunto tiene un origen cultural. Algunos jóvenes, productos ya de una sociedad opulenta, desconocen por completo las dificultades de la posguerra que impulsaron los esfuerzos de sus padres y abuelos, y no se quieren ver esclavos de las fábricas o de los ordenadores cuando pueden ganar más dinero, relacionarse con más gente en el desarrollo de su profesión y pasárselo mejor.

El caso es que desde 1999, el número de estudiantes de ciencias e ingeniería ha descendido en un 10 por ciento (ahora son poco más de medio millón), de acuerdo con los datos del Ministerio de Educación. En el mismo plazo, aumentaron las matrículas en disciplinas relacionadas con la salud y el arte.

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