Biopsia pulmonar sin cirugía

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Lo explica Luis Seijo, especialista en Neumología de la Clínica Universitaria de Navarra, el centro hospitalario español que acumula mayor experiencia en la utilización de este novedoso equipo. La técnica permite llegar hasta la lesión pulmonar de forma endoscópica, evitando así la cirugía o la punción transtorácica (a través del tórax), técnicas que conllevan un aumento del riesgo para el paciente.

“El fundamento de la broncoscopia dirigida mediante navegador -describe el especialista- consiste en llegar por el interior del árbol bronquial hasta el lugar donde se sitúa el nódulo dentro del cuerpo del paciente, guiado por un sistema que revela en todo momento la posición del instrumento que se utiliza para hacer la biopsia”. En el caso del pulmón, el sistema está dotado de una sonda electromagnética, que sirve de guía. Al llegar al nódulo de interés, la sonda se sustituye por una pinza de biopsia o por una aguja de citología, instrumental que permite obtener una muestra de la lesión. El sistema también facilita el muestreo de adenopatías o ganglios mediastínicos que interese analizar. En la Clínica Universitaria este procedimiento, que puede ser ambulatorio, se realiza con el paciente sedado.

PLANIFICACIÓN

Para iniciar la broncoscopia es necesario planificar previamente la intervención con los datos obtenidos a partir de un TAC (escáner) convencional de tórax. La información se traslada a un ordenador que recrea de forma virtual el árbol bronquial del paciente. Con esta información gráfica el neumólogo planifica al detalle la intervención. “La planificación es una fase clave para practicar con éxito el procedimiento. En las imágenes de ordenador, el especialista debe marcar puntos de referencia que le permitan después, en tiempo real, navegar hasta el nódulo”, apunta Seijo.

Las referencias virtuales marcadas incluyen como diana la lesión que se desea biopsiar. “Es importante marcar puntos conocidos que, durante la intervención, nos van a permitir triangular la posición de la sonda dentro del árbol bronquial”, especifica. Momentos antes de proceder a la técnica endoscópica, el especialista traslada la planificación informática en un disco duro extraíble a la sala de broncoscopias, donde se introduce en un ordenador.

UN GPS EN EL PULMÓN

El equipo de navegación crea un campo electromagnético que engloba el tórax del paciente y consigue ubicar la sonda en las tres dimensiones espaciales dentro del árbol bronquial. La técnica permite conocer en todo momento la orientación de la sonda, así como la distancia y dirección que la separan de la lesión que se pretende diagnosticar. “El concepto es similar al de un GPS”, describe el doctor Seijo.

Una vez introducido el broncoscopio por vía oral o nasal, se deben marcar en tiempo real los mismos puntos de referencia que los previstos en la planificación virtual. “Con la sonda electromagnética, se tocan los puntos reales previamente seleccionados de forma virtual en el árbol bronquial del paciente. El ordenador detecta si existen o no divergencias entre los puntos de referencia reales y los virtuales. Una divergencia menor de 4 mm es la ideal”, puntualiza.

De este modo, el sistema calcula en todo momento la posición de la sonda dentro del tórax del paciente y por ende dentro de la recreación virtual que parte del escáner previo. “Así es como podemos navegar hasta la lesión que pretendemos biopsiar. Normalmente se suelen marcar 5 ó 6 puntos de referencia, aunque dada la complejidad del árbol bronquial, dotado de multitud de bifurcaciones, se suelen marcar además puntos intermedios de referencia que sirven de balizas durante la navegación hasta el nódulo en cuestión”, precisa el neumólogo.

La sonda electromagnética avanza por el interior de las ramificaciones bronquiales del paciente, insertada dentro de un canal extensible de trabajo. Una vez alcanzada la diana, el canal extensible puede fijarse para sustituir la sonda por el instrumental necesario para tomar una muestra de tejido (biopsia) de la lesión.

El riesgo de este procedimiento diagnóstico es mucho menor que el de la punción transtorácica y, por supuesto, que el de una toracotomía (cirugía abierta de tórax). A modo de ejemplo, la incidencia de neumotórax provocados por la técnica transtorácica convencional es de un 20%, mientras que mediante broncoscopia guiada por navegación se reduce a un 6%.

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