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Cada año, 3.000 casos más

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El término síndrome mielodisplásico abarca una serie de enfermedades caracterizadas por tener dañadas las células madre hematopoyéticas que van a generar todas las células de la sangre. Esta alteración provoca una disminución de los hematíes, las plaquetas o los leucocitos y favorece el desarrollo de leucemia aguda. Cada año se diagnostican en España en torno a 3.000 nuevos casos, con una prevalencia mucho mayor entre las personas mayores de 65 años.

Según explica Guillermo Sanz, jefe de Sección de Hematología del Hospital La Fe de Valencia, la incidencia entre la población menor de 65 años es de 5 casos por 100.000 habitantes y año, un dato que se dispara hasta 30 por 100.000 habitantes y año en las personas mayores de 60 años. Este ramillete de enfermedades está siendo objeto de análisis en el III Symposium sobre Nuevos Avances en Síndromes Mielodisplásicos, un encuentro que reúne a 200 expertos nacionales e internacionales para poner en común las últimas novedades de la enfermedad.

Los síntomas de los síndromes mielodisplásicos son diferentes en función de las células más afectadas, aunque el más frecuente es la anemia debido a la disminución de los hematíes. El doctor Sanz explica que prácticamente todos los pacientes tienen niveles bajos de hemoglobina mientras que un 20% sufre numerosas infecciones debido a la baja producción de leucocitos y un 10%, hemorragias por la escasez de plaquetas.

El pronóstico de los síndromes mielodisplásicos varía sustancialmente en función de la gravedad del trastorno que se sufra. En torno al 30% de los pacientes desarrolla una leucemia aguda, una circunstancia que puede predecirse en función de la proporción de células inmaduras que se detectan en la médula en el momento del diagnóstico y de las alteraciones genéticas que se sufran, explica el doctor Sanz. Esta mala evolución puede producirse en semanas, meses o incluso años, aunque en los pacientes de pronóstico desfavorable el 75-80% de los casos se produce en los primeros 12 meses, explica.

PRONÓSTICO

Según detalla Consuelo Del Cañizo, del Servicio de Hematología del Hospital Universitario de Salamanca, en función de las características del paciente, de la enfermedad y del subtipo de síndrome mielodisplásico que se padezca, el tratamiento varía sustancialmente.

Hace años, los enfermos que no eran candidatos a someterse a un trasplante de células hematopoyéticas, tenían como única alternativa las transfusiones de sangre. Aunque hoy día el único tratamiento realmente curativo es el trasplante, “en los últimos años se están incorporando al mercado nuevos fármacos que permiten abordar estas enfermedades con una perspectiva diferente ya que permiten prolongar la supervivencia de algunos pacientes y mejorar la calidad de vida de todos ellos”, asegura la doctora del Cañizo. Entre estos fármacos se encuentran los agentes eritropoyéticos, que consiguen en un elevado número de pacientes reducir e incluso evitar las transfusiones. Estos fármacos tienen un impacto muy positivo en la calidad de vida puesto que consiguen elevar sus niveles de hemoglobina y eliminar así el cansancio físico y otros síntomas que acompañan a la anemia.

El doctor Sanz añade que al presentarse los síndromes mielodisplásicos fundamentalmente en personas mayores, pocos pueden optar al trasplante de células hematopoyéticas porque es una intervención de alto riesgo para la que hay que estar en buenas condiciones físicas. En ese sentido, explica que, por regla general, se emplean modalidades de tratamiento más agresivas en los pacientes más jóvenes.

Sobre esa misma cuestión, la doctora Del Cañizo explica que en un elevado porcentaje de casos –pacientes mayores con un trastorno de bajo riesgo y con una expectativa de supervivencia de 7-8-10 años- el objetivo es preservar su calidad de vida puesto que “por la edad que ya tienen es prácticamente imposible aumentar su expectativa de vida”.

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