La presión psicológica puede llevar a un deportista al desastre

Las carencias en la preparación física y psicológica de los deportistas de alto rendimiento ha sido uno de los temas abordados en el II Congreso Internacional de la Actividad Física y el Deporte, que está teniendo lugar en la Universidad Europea de Madrid.

La cuestión es de crucial importancia si se tiene en cuenta que “la presión interna y externa que sufren los deportistas de élite mal manejada puede llevarlos al desastre en sus marcas”, asegura Javier Lozano, responsable del Área Profesional de Fútbol del Real Madrid y entrenador y dos veces campeón del mundo de fútbol sala con el equipo nacional, y que “la optimización de los entrenamientos es clave para que los futbolistas prolonguen su vida profesional y eviten lesiones”, señala por su parte Maite Gómez, profesora de fútbol de la Universidad Europea de Madrid.

Según explica Javier Lozano, a pesar de la enorme influencia que tiene sobre los deportistas, el entrenamiento psicológico es una de las disciplinas que no están del todo implantadas en el deporte español. De hecho, su utilización es desigual. “Mientras que en el atletismo llevan años utilizándolo, en el fútbol aún se mira con cierta reticencia al psicólogo”, afirma.

Aunque no existen estudios que cuantifiquen en qué medida la presión interna y externa que sufre un deportista en las competiciones puede variar sus resultados, “la realidad es que pueden llevarle hasta el desastre”, señala Lozano. “Las reacciones son diferentes en función de la personalidad de cada uno. Hay quienes se anulan completamente mientras que otros deportistas se crecen ante esta presión y, por el contrario, no rinden en un partido que no tiene trascendencia en un campeonato”.

Independientemente de la medida en que afecte a cada cual, técnicos y entrenadores son plenamente conscientes del potencial que tiene un buen entrenamiento psicológico para que un deportista logre sus mejores marcas. “El objetivo es que, fundamentalmente mediante técnicas de relajación, concentración y visualización, el deportista consiga que toda la presión que se sufre ante una prueba o un partido de alto nivel no le influya e incluso la utilice como una motivación para dar lo mejor de sí mismo”, explica.

A pesar de ello, en algunos deportes como el fútbol todavía se sigue mirando al psicólogo con recelo, “aunque también es cierto que con mucha más naturalidad que hace años”, aclara. Esta barrera que aún existe se está sorteando al introducir esta disciplina en los entrenamientos de los niños, “para que desde pequeños asuman con naturalidad que esa presión existe y que hay que manejarla”. Otra forma de saltar esta barrera es que el entrenamiento de estas habilidades lo realicen personas próximas al equipo, ya que de esta forma los jugadores son más receptivos.

ENTRENAMIENTO FÍSICO

El entrenamiento psicológico no es el único aspecto que los analistas creen que se podría mejorar en el deporte español. Ocurre también con el propio entrenamiento físico.

En el caso concreto del fútbol, el deporte “rey” en nuestro país, debido a las características de gran densidad de partidos durante la temporada “en los equipos que compiten dos veces a la semana, durante el periodo competitivo, las cargas condicionales de los futbolistas se orientan hacia la recuperación: previa al partido para evitar una incidencia negativa de la fatiga y post partido para recuperar a los jugadores de los efectos de la competición”, afirma Maite Gómez, profesora de fútbol de la Universidad Europea de Madrid. Según esta experta, el fútbol es un deporte de carácter acíclico, intermitente, de contraste y contacto en el que el jugador sufre números traumatismos durante la competición, situación que condiciona las características del trabajo condicional que se realiza con ellos.

Maite Gómez explica que los futbolistas hoy en día tienen formación sobre la importancia de la preparación física como medio que les permite mejorar su rendimiento en la competición, y que resulta determinante para prolongar su vida profesional y evitar lesiones.