Al borde de la desesperación

EFE

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Un par de trámites burocráticos que dependen más de la buena voluntad que de su propio proceso de gestación son los que separan a Robina y a sus siete hijos de salir de la situación de indigencia en la que viven en la localidad riojana de Albelda de Iregua desde que murió su marido.

Jalid Pervez, que es así como se llamaba, falleció el 18 de agosto de 2007 en un hospital de Zaragoza después de haber sufrido dos días antes un accidente en la carretera que enlaza Albelda de Iregua con Alberite.

El marido de Robina llevaba varios años en La Rioja y poco meses antes de su muerte había conseguido que su familia viniera a vivir con él, para lo que había adquirido una modesta vivienda con su sueldo de empleado de una fábrica de encurtidos.

REAGRUPACIÓN FAMILIAR

“Jalid luchó mucho para conseguir la reagrupación familiar, porque quería un mejor futuro para todos ellos que el que tenían en la provincia de Punyab, de la que son originarios”, afirma Fátima Satar, una amiga de Robina.

La familia viajó al completo a su país con la ayuda de la Asociación Pakistaní de La Rioja para enterrar los restos de Jalid, sin saber que a la vuelta les esperaba una situación digna de rivalizar con la que experimenta Josef K., el protagonista de El proceso de Franz Kafka.

El escaso conocimiento del idioma y las distintas costumbres vigentes en Pakistán hicieron en primer lugar que dejaran de pagar el préstamo hipotecario que éste había suscrito por la vivienda y que no contestasen a los diferentes requerimientos del banco.

Por otro lado, tampoco hicieron nada para solicitar una pensión de orfandad y de viudedad a la que tienen derecho por ley por cuanto que Jalid Pervez estuvo cotizando a la Seguridad Social y su familia se encuentra en situación regular en España.

DESESPERACIÓN

Con el paso de los meses su situación se fue haciendo más desesperada, hasta que trabaron amistad con Fátima, quien no tardó en darse cuenta de su estado e inició los trámites para que les fuera reconocida esta condición.

“Por ahora, lo único que nos han certificado es la condición de huérfana de Basma, que tiene un año de edad, y que nació ya en España. Por ella, Robina ha empezado a recibir este mes una ayuda de 170 euros que podrá seguir cobrando hasta su mayoría de edad”, afirma Fátima.

Sin embargo, ni Robina ni el resto de sus hijos, Kainat, Noreen, Noor, Ahmed, Yasmin y Bilal, con edades que oscilan entre los 19 y los cuatro años, han visto reconocida su condición.

Para conseguirlo, la Seguridad Social, según relata Fátima, les exige a todos ellos un documento sellado que tiene que validarse en Islamabad, en el que se certifique que ella es su mujer y ellos sus hijos.

PLAZO

“Nos han dado un plazo de espera de un año y nos han dicho que tenemos que pagar 200 euros por cada sello. Si a mi me aseguran que se los van a dar enseguida, seguro que encontramos ayuda en cualquier sitio. Pero no podemos esperar tanto tiempo”, dice.

La razón, recuerda, es que el banco con el que contrató el marido de Robina el préstamo hipotecario les conmina a que paguen inmediatamente la deuda que mantienen con ellos, de lo contrario subastarán la casa.

“Jalid suscribió el seguro de vida al que obliga cualquier banco cuando se firma un préstamo hipotecario, pero ahora que ha muerto no quieren abonarlo”, dice.

La razón que aducen es que no ha conseguido demostrar que son la mujer y los hijos del fallecido, como les recuerdan en una carta del pasado 23 de abril, en la que les indican que para cobrar la póliza es necesario un documento sellado por la embajada de Pakistán en el que acrediten que son los herederos conforme a la leyes de su país de origen, así como la distribución del capital que ello supondría.

“Hasta ahora no hemos tampoco conseguido superar éste trámite”, recuerda Fátima, quien insiste en la dificultad para acreditar lo que se les solicita, dada la disparidad entre las leyes hereditarias españolas y pakistaníes.

Esa póliza asciende a 70.000 euros, con lo que podrían saldar la deuda con el banco, que incluidos intereses es de 20.000 euros.

DAÑOS EN LA CARRETERA REGIONAL

Los males de la familia no terminan ahí, por cuanto que la Comunidad de La Rioja también les exige que salden una deuda de 700 euros por los daños que ocasionó Jalid en la carretera regional en la que murió.

“Hemos intentado evitar esta situación, pero se hizo tan tarde que nos han dicho que el caso ha ido ya a juicio”, afirma Fátima.

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