El Neorrealismo italiano, en primer plano

EFE

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La sala Amós Salvador de Logroño, acoge hasta el próximo 29 de junio una muestra con las doscientas fotografías más representativas del Neorrealismo italiano, elaboradas por 75 de los más importantes profesionales que ha dado este país.

Entre los mismos se incluyen fotógrafos como Fedele Toscani, padre de Oliviero Toscani el responsable de las campañas de Benetton, Alberto Lattuada, Mario Giacomelli, Mario Dondero, Ugo Zovetti, Pablo Volta, Renzo Chini o Carlo Bevilacqua.

La muestra incluye, además, revistas de la época, carteles originales de las películas más importantes que se alumbraron tras la postguerra mundial, imágenes de los filmes, documentales o libros.

Según ha explicado hoy la comisaria de la muestra, Enrica Viganò, la exposición supone una revisión del concepto de Neorrealismo, por cuanto que siempre se ha identificado a este movimiento con la postguerra y casi en exclusiva vinculado al mundo del cine, lo que ha llevado a olvidar la importancia que tuvo en él la fotografía.

“Sin embargo, el origen del Neorrealismo hay que buscarlo en el fascismo y en el interés que tuvo Benito Mussolini por potenciar, a partir de la 'Mostra della rivoluzione fascista', de 1932, el cine y la fotografía como un lenguaje que llegase a todas las capas sociales para dar un carácter testimonial y fiable a todo lo que decía”, ha dicho.

Estas imágenes, que incluye la primera parte de la muestra, tan solo reflejaban el punto de vista del poder, que se dedicaba a pregonar los avances tecnológicos y económicos del régimen, dejando de lado a las clases más desfavorecidas.

Sin embargo, los fotógrafos contratados para reflejar ese mundo “idílico” que pregonaba el fascismo, aprovecharon también sus viajes para captar ese otro mundo olvidado de miseria y atraso en el que vivía entonces el país.

“Esas fotos terminaron por lo general en cajones y nunca vieron la luz, aunque han llegado hasta nosotros gracias a que autores como Luciano Morpurgo o Pasquale de Antonis no las destruyeron.

Hubo otros que encontraron resquicios para publicarlas en revistas como Omnibus, que sería cerrada tras menos de dos años de actividad“, ha dicho.

Este también es el caso de Alberto Lattuada y dos de las fotos que pueden verse en la exposición y que captó en 1941 en Milán, en la que se reflejan la mala situación que se vivía en muchos lugares de la ciudad.

“La publicación en Occhio Quadratto le costó una dura reprimenda, pero las fotografías llegaron al gran público”, ha recordado Viganò.

La segunda sección de la muestra lleva por título “Miseria y reconstrucción” y en ella se recoge la necesidad de elaborar una nueva identidad italiana a la caída del fascismo, mientras que la tercera, “Investigación sobre el territorio”, recoge la nuevas publicaciones ilustradas aparecidas en la postguerra.

“El deseo de conocer cómo se vive en las provincias lejanas están el origen de estas revistas. La sociedad es un fermento de las experiencias humanas que es necesario fotografiar en todas sus contradicciones y en todos sus lugares”.

Otro de los apartados destacados de la muestra es el dedicado a “Fotoperiodismo y prensa ilustrada”, en la que se refleja cómo se utilizaba la fotografía para contar la actualidad.

En esta sección se exhibe una de las imágenes que se ha convertido en auténtico símbolo del movimiento, “Los italianos se giran”, realizada en Milán en 1954 y que ha sido elegida como el cartel anunciador de la muestra.

En esta fotografía de Mario de Biasi está encerrada la Italia de la época y es un resumen de todas las claves que la marcaron.

La exposición finaliza con “Los círculos fotográficos: entre arte y documento”, en la que recoge la polémica mantenida por los profesionales de la época entre la necesidad de captar una imagen de manera descarnada o la tesis defendida por otros de apostar la realidad sin renunciar a que ésta tenga un componente estético.

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