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“No se puede plantar cualquier variedad porque esté de moda”

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Mañana vitícola en el Foro Mundial del Vino, donde las ponencias se han centrado en las nuevas prácticas para obtener vinos de calidad: la gestión del suelo y de la masa foliar y el conocimiento del genoma de la vid. Lydia y Claude Bourguignon, directores del Laboratorio de Microbiología del Suelo (LAMS) en Francia, han explicado que crearon su propio laboratorio de investigación sobre la creencia de que era necesario llevar a cabo una clasificación exhaustiva de las viñas para poder asesorar a los agricultores.

Así, trabajan sobre el terreno, finca por finca, analizando las variedades, portainjertos, el suelo, etc., para describir su calidad. Respecto al suelo han creado un índice de clasificación de las arcillas, de modo que, si son más laminadas, recomienzan plantar tinta (Pinot Noir) y, si son menos laminadas, aconsejan la blanca (Chardonnay).

Ambos técnicos aconsejan utilizar variedades autóctonas porque, en general, son las que mejor se adaptan a su terreno. “No se puede plantar cualquier variedad porque esté de moda”, afirma Lydia Bourguignon.

En ese sentido, aseguran que en Ribera del Duero han observado mucho mejores resultados con Tempranillo que con Merlot y Cabernet Sauvignon y han explicado que Italia está desarrollando una importante labor de recuperación de variedades autóctonas.

Los Bourguignon reconocen que en su trabajo están detectando los efectos del cambio climático como, por ejemplo, que las raíces son menos profundas, lo que lleva a la posibilidad de que planta padezca falta de agua.

En su opinión, el cambio climático obliga a revisar la gestión de la masa foliar y la forma de trabajar el suelo.

CONOCER EL TERRENO

Por su parte, Gerard Barbeau, Director de la Unidad de la Viña y el Vino del INRA, ha explicado la labora de cartografía que ha desarrollado el Instituto, que abarca 50.000 hectáreas en el Valle del Loira.

“En una misma región no todo es homogéneo”, asegura, y es por ello que sus trabajos estudian la geología, los suelos, el clima, etc., para prever la calidad y recomendar el tipo de elaboración adecuado a esos parámetros.

En opinión de Barbeau, la cartografía será útil para afrontar el cambio climático, ya que mediante su uso se investigan las transformaciones en diferentes zonas, lo que permite detectar nuevos territorios cultivables.

Preguntado por la libertad de plantaciones que plantea la nueva OCM del Vino, el técnico cree que depende de quién plante.

“Si se trata de empresas ajenas al mundo vitivinícola, puede ser desastroso”, afirma, para reconocer que “vamos hacia lo desconocido”.

MEJORAR LA SALUD DE LA CEPA

“La gestión del genoma no puede sustituir a la práctica vitícola ni a la enología”, ha declarado Anne Francoise Adam Blondon, responsable del grupo de Investigación sobre el Genoma de la Vid del INRA-CNRS-UEVE de Francia, para explicar que la calidad del vino depende de numerosos factores.

En su ponencia ‘La secuencia del genoma de la vid: consecuencias para la viticultura y la enología’ ha explicado que las investigaciones sobre el genoma de la vid en Francia se centran sobre todo en conseguir cepas resistentes al Mildiu y el Oidio.

El trabajo de su Instituto sirve para ayudar a los viticultores aportando especies genéticamente mejoradas que resultan más resistentes contra las enfermedades. Pero eso no asegura una mayor calidad, ya que “si tomas una variedad cuyo sabor es desagradable, aunque le introduzcas genes mejorados seguirá siendo desagradable”, ha explicado, para subrayar que la calidad depende del “terroir”, que en francés expresa el conjunto de suelo, clima, variedades, etc., y de la práctica enológica.

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