La lectura, imprescindible

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“Como profesional y confidente de los padres, el pediatra puede actuar como dinamizador del hábito de leer, una práctica que puede influir sobre el modo de vida del niño, tan relacionado con su salud”, explica Alfonsa Lora Espinosa, pediatra del Centro de Salud “Puerta Blanca” de Málaga y miembro de la AEPap. Según los datos aportados por el Instituto de Evaluación de la Secretaría General de Educación del Ministerio de Educación y Ciencia a través del Informe PISA del año 2006 (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, OCDE –Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico–), nuestro país se halla 23 puntos por debajo del Total OCDE y 31 por debajo del Promedio OCDE. “Este resultado es francamente preocupante y confirma que también es pobre en comparación con los de los países de nuestro entorno”, comenta María Jesús Díaz Aguilar, psicopedagoga y profesora de Educación Especial del Centro de Educación Infantil y Primaria “Los Guindos” de Málaga (CEJA).

El Informe PISA señala que la lectura y la mejora de la comprensión lectora de los alumnos españoles debería convertirse en un objetivo del conjunto de la sociedad, en el que se impliquen, además de las autoridades y los agentes educativos, las familias, las instituciones y los medios de comunicación.

El Informe Barómetro 2005 sobre hábitos de lectura, indica que el 43% de los chicos de 14 años confiesan no leer “nunca o casi nunca”, y sólo el 21% de niños entre 6-11 años afirma leer casi todos los días fuera de las obligaciones escolares. Cuando se les pregunta si les gusta leer, el 55% de los alumnos de Primaria responden afirmativamente frente a sólo un 8% de los alumnos de Secundaria.

Estos datos contrastan con las ventas de libros infantiles en España entre 2003-2006, que subieron un 7,3%, por lo que “no sabemos si el libro es pues un objeto de consumo, pero no es leído posteriormente después de adquirido o regalado”, señala la Dra. Lora. Por ello, “valoramos dos momentos fundamentales: la adquisición de la lectura y su posterior mantenimiento”.

Por todo ello, está iniciativa del Día Internacional del Libro se suma al deseo expreso formulado en el mencionado Informe PISA, “como profesionales de la salud y de la educación, asumimos nuestra parte de responsabilidad para que estos datos tiendan a mejorar. Las cifras son alarmantes y urge la conjunción de las fuerzas y estímulos desde todos los campos profesionales para paliar esta situación. Los pediatras, como ningún otro –salvo la familia–, son agentes fundamentales en el seguimiento del desarrollo desde el nacimiento (no olvidemos que la enseñanza obligatoria no se inicia en España hasta los 6 años), por ello, se debe asumir la promoción y el hábito desde edades más tempranas de la lectura, como parte esencial del crecimiento de la salud psicológica de la persona”, señala la Dra. Lora.

POR FASES

Según explican los expertos, desde el nacimiento se debería poner en contacto al bebé con las fuentes de lectura (cuentos, libros, juguetes con formato libro, etiquetas, etc.); en estas edades prelingüísticas y prelectoras, básicamente, se promueve el acercamiento a la lectura emergente.

La lectura emergente es la toma de contacto con el texto impreso: aprender a diferenciar dibujos y objetos de las grafías (que sobre una página de color blanco hay unos “dibujitos” negros que son las palabras), conocer que ambos se relacionan entre sí, y empezar a conocer la estructura de las historias narradas, en las que hay un inicio, un argumento y un desenlace, donde el “colorín colorado este cuento se ha acabado” cobra el significado inequívoco de que la historia terminó.

A nivel cognitivo-emocional, la lectura emergente, significa acercarse a otras realidades distintas a las cercanas (padre, madre, hermanos, otros familiares o cuidadores) y, aunque muy ligada a los sentidos (estadio sensorio-motor), es transmisora de emociones (las voces de sus progenitores, sus olores, la prosodia del lenguaje del narrador de la historia, el momento único del día en el que acontecen esas fábulas, etc.).

La lectura emergente es también, y sobre todo, acercarse y familiarizarse con un nuevo objeto lúdico que tiene hojas de papel (por lo general), que se abren y se pasan una tras otra, con un principio y un final, del que surgen leyendas y emociones, en las que, incluso, él mismo puede participar como protagonista. Debe hacerse una rutina de este momento mágico, tan importante como la “hora del baño”.

En poco tiempo, a partir de los 2 años, el niño deja de ser prelingüístico, por lo que esta lectura emergente se dirige ahora hacia el progreso lingüístico y al enriquecimiento de su almacén léxico. Ambos hechos constituirán una base esencial para el posterior desarrollo de la lectura. Cuando el niño inicia el aprendizaje (reglado o no) de los grafemas empezará, a su vez, la interpretación de que aquellos “dibujitos negros” son las letras, desde este momento, con un significado vital para su existencia.

A partir de este momento se abre un camino de infinitas posibilidades para el desarrollo de la persona. Hasta ese momento lo que hemos ido haciendo ha sido abrir paso y crear el camino hacia la puerta que conduce a los infinitos mundos que se esconden tras los textos escritos, y el niño ya posee la llave de esa puerta que ha sido el aprendizaje de las reglas de conversión fonema-grafema (lo que oye con lo que ve y, ahora, interpreta).

EL PEDIATRA Y LOS PADRES

El pediatra es el médico especialista que es consultado a los pocos días de vida del niño y desde entonces asesora a la familia en aspectos de salud integral: física, psíquica y social. Por tanto, se encuentra en una situación privilegiada ante las familias.

Sus indicaciones sobre la salud de sus pacientes son “casi” siempre tenidas en cuenta por los padres. Además, el pediatra es un profesional que cuenta con el respaldo y la credibilidad social. “Por ambas razones puede y debe actuar como dinamizador del hábito de leer, recomendándoles cuentos y libros (según las edades), proponiéndoles momentos de ocio en los que la lectura sea protagonista, desmitificando el sopor que supone leer, ilusionando con personajes literarios, y dotando del valor que le corresponde a la capacidad de leer (como, por ejemplo, herramienta de acceso a la información y al conocimiento), etc.”, explica la Dra. Lora.

Por otro lado, los padres tienen un papel fundamental, en primer lugar, como ejemplo de lectores, leyendo delante de ellos, hablándoles de lecturas, y creando hábitos y momentos familiares en torno a un texto escrito: lectura de cuentos, de recetas de cocina mientras se hace un pastel, de catálogos de juguetes para elegir el regalo que traerán los Reyes Magos, de instrucciones de un juego nuevo, etc.

En segundo lugar, “desterrando la torpe y estéril idea de que leer no es divertido sino aburrido y/o cansino. Y, en tercer lugar, asumiendo como parte fundamental para el crecimiento armónico de sus hijos el desarrollo de la habilidad de leer. Y también llevándolos a librerías para tocar, ojear los libros y participar en las actividades de cuentacuentos, para posteriormente hacerles socios de sus bibliotecas cercanas”, señala Dña. Mª Jesús Díaz Aguilar.

En definitiva, estas acciones se resumen en: convertir el libro en un objeto familiar; dar ejemplo de lectura; practicar la lectura compartida para ejercitar la capacidad de comprender y disfrutar con ella, fomentar la curiosidad y el intercambio de ideas y prevenir el abandono de la lectura en la adolescencia, adecuando la lectura a sus intereses.

No se puede prever cuál es el futuro de la lectura en los niños españoles. Según los datos aportados por las investigaciones en este sentido, el futuro es bastante negativo, puesto que es lo que indican la dinámica de las cifras estadísticas.

“Nuestra actitud es revelarnos contra estos datos y apostar por el viraje de los mismos. Indiscutiblemente, si todos aunamos esfuerzos: familias, educadores, médicos, políticos y el resto de la ciudadanía quizás podamos romper esta tendencia dramática”, señalan Lora y Díaz.

“Hay que destacar que a todos los niños con dificultades de acceso a la lengua escrita por sus circunstancias personales como discapacidad sensorial, cognitiva o motriz, sea cual sea su grado, debemos animarles a que lean o les lean, para también en este aspecto favorecer su igualdad”.

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