Del negro al blanco

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Al volver la mirada hacia el pasado, la evolución que se ha producido en la mentalidad de la mujer y en especial la manera de entender y afrontar el matrimonio ha sido notable. De hecho, los cambios sociales, económicos y políticos se configuran como las principales causas en la evolución y en el cambio, tanto de la mentalidad de la mujer como en los actos que han envuelto las relaciones personales y el matrimonio en sí.

Con esta idea se ha realizado la exposición ¿Blanca y radiante? Noviazgo y boda. Siglos XIX y XX, comisariada por la riojana María Jesús Romero Ruiz, que acoge el Centro Cultural Caja Rioja-La Merced hasta el próximo 15 de mayo, de lunes a sábado, entre las 18.00 a 21.00 horas. La exposición hace un recorrido en la evolución del matrimonio a lo largo de cien años. Y es que todo el recorrido de la muestra permite entrever la evolución de los trajes de novia, las costumbres de cada época y los cambios jurídicos que han acompañado al matrimonio desde un punto de vista femenino.

La muestra está dividida en cinco partes y a través de cada una de ellas se exponen trajes típicos de cada época, atandiendo a las modas y las tradiciones sociales, además de todos los complementos que acompañaban a la novia, junto con documentos y textos que recordaban el papel de la mujer en cada momento.

VIEJAS COSTUMBRES

El recorrido se inicia con El noviazgo de finales del XIX y principios del XX, en el que se da a conocer los ritos y las costumbres de las parejas al inicio de la relación. Romero ha explicado que antes las parejas sólo se podían reunir en sitios públicos, en donde el hombre siempre llevaba la iniciativa. Esta etapa era “muy importante” para las parejas, que pasaban a dar el sí quiero casi “sin tener intimidad”, a pesar de que los noviazgos eran muy largos.

Otro espacio de la exposición corresponde a mostrar y explicar la dote y el ajuar que la novia elaboraba desde su niñez para el día de su boda. La dote era el patrimonio que aportaba la mujer al nuevo hogar y se regalaba al marido, que era quien lo administraba. En estos años muchas mujeres solteras se anunciaban en revistas indicando la dote que poseían ante el temor de no encontrar marido y quedarse “desamparadas e indefensas”.

Además, en este espacio también se expone el ajuar que preparaba la novia como las sábanas bordadas y diferente lencería de principios de siglo, que simbolizaba “el poder social que tenía la novia”, ha apuntado Romero. En este sentido ha explicado que las clases más modestas preparaban el ajuar en la escuela y se hacían con un fin práctico en una época en la que “no existían regalos”.

También recoge una muestra de la evolución que se ha producido en los trajes de las novias, tanto en su diseño que según la época y la moda eran más sobrios o más elaborados con abundante pedrería y encajes, como en los colores blanco, que era “símbolo de riqueza y no de pureza”, negro o incluso rosa y azul. Asimismo, se exponen diferentes complementos, como los zapatos, joyas, guantes y velos, que vestían a la novia el día de su boda y que también marcaba las diferencias de clases. En este sentido, la evolución que ha marcado el diseño de los trajes nupciales ha estado íntimamente ligada a la evolución social, política y económica, hacia una mujer más libre y con una mentalidad más liberal.

Incide además en mostrar la evolución jurídica que ha experimentado el matrimonio y la ceremonia que se oficiaba, hasta llegar a la plena igualdad jurídica en 1978. Además de todos los actos que se celebraban, como los banquetes, que no fue hasta los años 60 cuando se comenzó festejar en restaurantes.

Romero ha querido recoger la tradición y el simbolismo que rodea la celebración de la boda gitana. Por ello en esta exposición se ha dedicado un espacio para mostrar este rito muy ligado a la virginidad de la novia. Además estas ceremonias tienen un gran poder simbólico que dira en torno a la honra como la mayor riqueza de la joven gitana.

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