'El Padrino' del Caja Rioja

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Con 30 años Jesús Sala (Madrid, 1977) puede presumir de que es el entrenador más joven de LEB Plata. Es, probablemente, de lo único de lo que presuma el técnico madrileño que completa su cuarta temporada al frente del Caja Rioja. Llegó sin saber muy bien a qué venía dejando atrás el Lanzarote para afronta su segunda etapa peninsular. Antes de apostar por Canarias se había fajado en el basket madrileño y ahora lo hace siendo la cabeza visible de un Caja Rioja que más que un equipo es toda una familia.

Nunca habla en primera persona, siempre recurre al plural. De su boca no salen exabruptos, elogia a sus jugadores, a sus directivos y, sobre todo, a sus ayudantes, Víctor Pérez y Nacho Arbués: “me han hecho mejor entrenador”, asegura compartiendo así un reconocimiento que suele atribuírsele exclusivamente a él.

Es su forma de ser. Es su baloncesto. Por eso rechaza la NBA y apuesta por el baloncesto europeo. “En Estados Unidos los jugadores juegan para sí mismos; en Europa lo hacen para el equipo”, y por eso recuerda la frase de un anuncio de Nike que sentencia que hay que defender el nombre que llevas delante y olvidarse del que está atrás. También por eso rechaza quedarse con un partido cuando se le pone en esa disyuntiva: “Me quedo con el Mundial de Japón y la actuación de la selección. Sobre todo con la final sin Gasol. Es el triunfo del grupo”.

Esa filosofía es la que le hizo sufrir en sus primeras etapas en Logroño. Superado aquel trance el equipo ha ido creciendo de su mano para contar esta temporada con una auténtica familia. “Las personas son muy importantes en nuestro equipo. Siempre se intenta fichar a jugadores importantes pero al final no son tan importantes los nombres”, defiende. Y como buen padre de familia Sala se desvive por sus 'hijos'. Por los de ahora y por los que han pasado por sus manos. “Cuando acabas los partidos siempre miras en internet qué han hecho los jugadores que has entrenado. No lo puedo evitar. Me gusta saberlo y me alegro por ellos. Son mis jugadores”. Por los de ahora lo da todo. Todo por que estén a gusto. Y se lo agradecen: “alguno me ha dicho que hago más por él que su agente”, bromea.

Su afabilidad fuera de la cancha se transforma cuando está a pie de pista. Y los árbitros lo saben: “soy muy pesado, pero respetuoso”, admite. Su nervio está justificado: “Si exijo el cien por cien a mis jugadores, yo, desde la banda, tengo que dar el cien por cien”.

Del Estudiantes en baloncesto y del Real Madrid en fútbol (extraña dicotomía), reconoce que piensa demasiado en el baloncesto, aunque haya sufrido alguna que otra crisis de fe. Pero hay vida más allá de los aros. La suya la ocupan su novia, sus amigos y su perro. El cine e internet son otros dos de sus 'vicios' como en su momento lo fueron Michal Jordan y, antes Magic Johnson. Quizá a él le deba su forma de entender el baloncesto. “No preguntes qué puede hacer por tí el equipo. Pregunta qué puedes hacer tú por él”, dijo el de los Lakers. Eso es lo que hace Sala en el Caja Rioja.

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