A las dos, serán las tres

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En la madrugada de este sábado al domingo, los relojes habrán de adelantarse una hora, de tal manera que a las 2.00 horas serán las 3.00. El cambio de hora responde a una normativa de la Unión Europea que se repite cada último domingo de marzo.

La practica comenzó a generalizarse a partir de 1974 tras una fuerte crisis petrolera. Adaptarse a la llegada del verano y así poder aprovechar mejor la luz solar es su principal objetivo, aunque el cambio horario no siente igual de bien a todos.

El neurólogo del Hospital San Camilo de Madrid, Eduardo Valera de Seijas, afirmó este sábado que el cambio de hora “se deja sentir en todas las personas”, pero existen sujetos “predispuestos” a los que les afecta especialmente, con “alteraciones mucho más graves y mucho más importantes”.

En declaraciones a Europa Press Televisión, el experto aseguró que los síntomas que provoca el cambio de horario son “muy amplios”, desde “alteraciones del humor, con signos de depresión” hasta patologías psiquiátricas o neurológicas más graves, dependiendo de la predisposición de cada uno.

En este sentido, Valera de Seijas explicó que existen personas especialmente sensibles a las alteración de los biorritmos -“el reloj natural” por el que se maneja el cuerpo-, los cambios de las temperaturas o el horario de la comida.

“Lo más característico es lo que ocurre con el enfermo migrañoso. Toda alteración del cambio de hora puede inducirle un estado de migraña o un estado de alteración también del comportamiento, del estado anímico”, indicó.

La edad es, según el médico, otro factor que influye de algún modo a la hora de que afecte o no el cambio de hora. “Las personas más jóvenes tienen más facilidad que las personas mayores y son menos influenciables por el ritmo horario”, señaló.

De acuerdo con el experto, la única forma de “paliar” los efectos pasaría por variar la forma en que actualmente se realiza el cambio de horario. “No pasar de una hora a otra bruscamente, sino que se fuera haciendo paulatinamente en los ocho o diez días previos”, argumentó.

“Que en lugar de ser una hora, que es un módulo de tiempo bastante importante, se acostumbrara al cuerpo en el trascurso de ocho o diez días. Esto sería una forma de aceptación del cambio de horario”, afirmó el médico.

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