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Alta y nueva vida

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Profesionales médicos y de enfermería especializadas en trasplantes, cuidadoras, donantes y mujeres trasplantadas de diversos órganos se dieron cita en el Auditorio Novartis de Barcelona con motivo de la III Reunión Mujer, Trasplante y Calidad de Vida. Dicho encuentro fue organizado por la Unidad de Trasplantes de Novartis y abierto al público, y se trataron desde un enfoque multidisciplinar, diversos aspectos médicos, laborales y psicosociales de los trasplantes desde el punto de vista de la mujer.

Según Teresa Casanovas, médico adjunto del Servicio de Gastroenterología y Hepatología, y miembro de la Unidad de Trasplante Hepático del Hospital Universitario de Bellvitge, que fue la coordinadora de la Reunión, “los objetivos de la misma eran básicamente dos: dar mayor información sobre la situación de la mujer en el trasplante como madre, cuidadora de la familia, trabajadora asalariada, así como sanitaria, incluyendo doctoras, cirujanas y enfermeras. Además, se realizó una reflexión sobre los datos que indican que la mujer (incluye trasplantadas y doctoras), independientemente del ámbito y punto geográfico, tiene una calidad de vida y salud percibida a largo plazo peor, en comparación con la población masculina de la misma edad. Por tanto, fue una jornada para reflexionar sobre la autoestima de las mujeres trasplantadas y las personas que las ayudan, y para dar a conocer todo lo que ellas están realizando después del trasplante”.

En este sentido, aunque han sido numerosos los estudios que se han hecho sobre las personas que se han sometido a un trasplante y sobre los efectos de esta operación en el entorno familiar y social, la perspectiva femenina de los trasplantes no ha sido evaluada totalmente, tanto desde el punto de vista biológico como de género.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

En esta tercera edición de las Jornadas, un representante de la Organización Catalana de Trasplantes volvió a participar activamente con una ponencia sobre la mujer como donante, en la cual se destacó que en el donante cadáver el porcentaje de hombres y mujeres es similar, pero en los donantes de vivo la proporción de donantes mujeres es superior.

Además, se celebró una mesa redonda titulada: “El trasplante como oportunidad para mejorar la calidad de vida”, que era el lema de este año, en la que participaron mujeres trasplantadas de diversos órganos, destacando su labor como madre y abuela biológica, madre adoptante y donante de trasplante vivo.

En esta mesa, Teresa Bonet, trasplantada de hígado desde hace 16 años, madre y abuela explicó su testimonio: “puedo decir que he tenido una experiencia muy positiva con mi trasplante hepático. En 1980 cuando me diagnosticaron la hepatitis C, los médicos me dieron pocos meses de vida. Conseguí resistir hasta 1991 pero al hacerme algunas pruebas, detectaron un hepatocarcinoma con cirrosis, e indicaron que debía trasplantarme en el Hospital Universitario Bellvitge. Asumidos los riesgos por mi parte y por mi familia, pude despedirme de mí familia con mucha tranquilidad. Me trasplantaron un 20 de diciembre del mismo año.

Parece ser, por lo que me comentaron luego, que mi primer trasplante se complicó y tuvieron que hacerme un segundo, por lo que estuve inconsciente cinco días. Al despertar, mi médico me felicitó las Navidades y me dijo que había vuelto a nacer, y en pocos segundos dos enfermeras, en la UCI, entonaron un villancico; ¡que precioso despertar...! Después de superar todo esto, he tenido la suerte de contar con una familia muy amplia y muy unida. Ni la cantidad de pastillas que tengo que tomar diariamente ni el hecho de tener que vivir para siempre con pocas defensas en mi cuerpo, han conseguido desanimarme y ahora vivo como si no tuviera nada, y me dedico a cuidar de mis hijos, mis nietos y mi madre, que son lo más importante del mundo, aunque haya días que no esté al 100% y deba realizar las tareas por etapas“.

CALIDAD DE VIDA

El trasplante es una fuente de autoestima y aumenta la calidad de vida, ya que el paciente ha sido objeto de la solidaridad de un donante, de su familia y del equipo de trasplante. Pero también es necesario destacar que el paciente trasplantado no gozará de una calidad de vida igual que la población general, puesto que varía dependiendo del tipo de trasplante, de las etiologías por las cuales se trasplantan, del riesgo de rechazo o de la recidiva de la enfermedad primaria después del trasplante. La realidad es que la mujer trasplantada sufre una frustración relativa después de un período inicial de cierta euforia, al comprobar que no puede realizar todas las actividades diarias, sobre todo el cuidado de su familia.

Por tanto, “es importante que la mujer trasplantada reconozca el derecho que tiene a cuidar su salud y su calidad de vida, realizando las actividades que se vea capaz, y a sentirse cuidada y comprendida en el seno de la familia y de sus amistades”, concluyó Casanovas.

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