Mal de muchos

Rioja2

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De acuerdo con los datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), alrededor del 30 por ciento de los españoles, padece algún trastorno en la órbita del insomnio. En muchos de estos casos -en torno al 18 por ciento, según los mismos cálculos- el problema acaba volviéndose crónico. De hecho, el envejecimiento de la población (un trastorno asociado a la edad es la peor calidad del sueño) y el ritmo de vida actual están convirtiendo el insomnio en un fenómeno cada vez más extendido.

En cifras absolutas, un reciente sondeo cifra en 15 millones de personas los españoles que admiten haber experimentado problemas para descansar debidamente en alguna época de su vida. Las conclusiones de esta encuesta coinciden con otras estimaciones académicas sobre que las mujeres se ven más afectadas por este fenómeno que los varones.

El insomnio suele definirse como un conjunto de quejas subjetivas sobre la calidad del sueño, acompañadas de dificultades en las tareas que se desempeñan durante el día. El fenómeno es relativamente frecuente en sujetos mayores de 55 años (se calcula que los afectados oscilan entre el 9 y el 25 por ciento) y está asociado con un empeoramiento acusado de la calidad de vida, depresión y aumento de las visitas a la consulta del médico. A pesar de su coste económico e impacto en la vida de los pacientes, la mayor parte de las personas con insomnio crónico (hasta un 85 por ciento del total) no sigue tratamiento alguno, según aseguran los autores de un trabajo al respecto divulgado por la revista JAMA.

La falta de sueño interrumpe el proceso de renovación celular en el cerebro, con efectos evidentes en el hipocampo. Además de las consecuencias descritas, los problemas de aprendizaje y rendimiento cognitivo, la Sociedad Española de Neurología (SEN) advertía hace muy poco de que padecer trastornos del sueño multiplica por siete las probabilidades de sufrir un accidente de tráfico.

MELATONINA

La producción endógena de melatonina es más intensa durante las horas de oscuridad, regula los ritmos circadianos del sueño y la vigilia y, de hecho, el tratamiento a base de melatonina es un fiel reflejo de los efectos de los cambios lumínicos en los ritmos circadianos. En los últimos años se han lanzado al mercado varios compuestos a base de esta sustancia. A fecha de hoy, cuenta con autorización de la agencia europea del medicamento (EMEA) y la Agencia Española de Medicamentos, una preparación de liberación prolongada que logra mimetizar la liberación endógena.

Por eso, los primeros estudios al respecto han documentado su empleo en el ‘jet-lag’ que experimentan los viajeros que cambian de zona horaria. Entre ellos está el ensayo de Arendt en British Medical Journal y otros sobre la seguridad de esta terapia, corroborada poco después.

La administración intravenosa, intranasal y oral de melatonina ha mostrado tener efectos sedantes en adultos sanos. En la mayor parte de los ensayos con esta terapia, la administración tuvo lugar durante el día, cuando las concentraciones plasmáticas de melatonina endógena son bajas. Además, induce el sueño en pacientes con ciclos retardados por efecto del síndrome de fase tardía (aquellos que tienden a sentir somnolencia únicamente a horas muy avanzadas de la noche).También puede ‘reprogramar’ el ciclo de sueño mediante su efecto de sincronización del reloj biológico interno.

El repaso a otros trabajos indica, que “la escasez de melatonina puede desempeñar una función relevante en la elevada incidencia de insomnio entre la población de mayor edad”. Los mismos datos indican que la terapia de reemplazo de melatonina puede mejorar la calidad del sueño en mayores con carestía hasta el nivel de las personas que descansan con normalidad.

Desde una perspectiva aún más amplia, los trabajos sobre esta terapia han llegado a evaluar los efectos de la melatonina de liberación controlada en la calidad del sueño, pero también en el estado de ánimo y la calidad de vida e incluso los cambios de humor relacionados con las condiciones atmosféricas (European Neuropsychopharmacology 13 (2003) 137–145). En este estudio concreto, las variables calidad del descanso y vitalidad experimentaron mejoras claras en el grupo de intervención al que se administró el fármaco.

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