“¿Una imagen? Me quedo con el abrazo a Vicente Ferrer”

Rioja2

0

- Hasta el momento, ¿qué medios de transporte has utilizado? ¿Cuál es el sitio más extraño en el que te ha tocado comer?

- Me encanta viajar por tierra. Es como se viaja de verdad. El autobús y el tren son los que más he empleado. El sitio más extraño donde he comido.... Por ejemplo en Pingyao (China) una simpática panadera estaba preparando en su tiendita a pie de calle unos fideos con muy buena pinta para ella y le pregunté si podía preparar un plato también para mí. Accedió, amasó y preparó los fideos. Después me sacó un taburete y me los comí ahí en plena calle. Los lugareños que pasaban me sonreían y me hacían gestos de aprobación.

- ¿Y dormir?

- Recuerdo con muchísimo cariño el trek Circuito de los Anapurnas (Nepal). Dale (mi amigo australiano) y yo nos salimos de la ruta principal para ir al Lago Tilicho, el mas alto del mundo, y dormimos en el campo base a 4.100 metros de altitud.

- ¿Una imagen?

- Tengo millones de imágenes, pero me voy a quedar con una muy muy especial: el abrazo que le di a Vicente Ferrer en su fundación en Anantapur (India).

- ¿Un olor?

- El olor del sándalo en las calles de cualquier pueblo en India.

- ¿Un sonido?

- El sonido del kecak (música tradicional balinesa) cantado por 100 hombres.

- ¿Un color?

- El color azafrán y naranja de las túnicas de los monjes budistas de Tailandia y Camboya.

- ¿Un nuevo amigo/a?

- Difícil quedarse sólo con uno... Dale, Dionne y Ben, Lauren, Sarah, Nacho, Shane, Wladimir y Wladimir, Rody, Karl, ..... ¡Son tantos!

- Elíge una anécdota

- Durante un trek en Nepal, en la región de Helambu, caminábamos cinco amigos (Dionne y Ben de Inglaterra, Sarah y Dale, de Australia y yo) durante un día muy lluvioso. Terminamos perdidos. Para poner mas emoción si cabe, nos encontramos en un lugar con miles de sanguijuelas que parecían surgir de todas partes; incluso se dejaban caer de las ramas de los arboles. Intentaban trepar por nuestras zapatillas. Llegó un momento en que era imposible parar a quitárselas porque había más que seguían acercándose. Finalmente dimos con el camino y llegamos a una pequeña choza de pastores vacía. Improvisamos un pequeño campamento, hicimos un pequeño fuego para calentarnos, secarnos un poco y limpiarnos las piernas y los pies. Nuestros pies sangraban de las mordeduras. De noche alcanzamos un albergue y, ya duchado, llegué a contar en mis pies más de cincuenta mordeduras de sanguijuela.

Etiquetas
stats