“Todos estaban desbordados”

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Cuatro años después del mayor atentado terrorista perpetrado en España el recuerdo de aquellos días regresan a la mente de muchos ciudadanos que siguieron con atención minuto a minuto la evolución de los hechos que consternaron a toda la sociedad española.

Durante las primeras horas la información se producía a cuentagotas y los datos que se ofrecían respondían parcilamente a la realidad por el caos que acontecía en esos momentos en la capital española. Fue justo en esos primeros instantes cuando se solicitó ayuda a otras comunidades autónomas ante la enorme demanda de recursos externos que pidió la Comunidad de Madrid.

Uno de los volutarios que acudió al lugar del atentado fue el voluntario de Cruz Roja en La Rioja, Daniel Agudo, que junto con otros dos voluntarios más se prestaron para coordinar y organizar a los diferentes equipos que estaban trabajando en el lugar de los hechos. Además, también se desplazaron hasta la ciudad servicios del 112 de La Rioja para atender a las víctimas y a sus familiares.

Agudo asegura que en el momento en el que llegaron a la ciudad se encontraron desbordados por la magnitud de la situación. “Cuando vas de camino a la ciudad -recuerda Agudo- lo oyes por la radio y no te das cuenta de la magnitud de la situación. No te imaginas lo grande que puede ser aquello”.

CAOS Y DESORGANIZACIÓN

Los tres voluntarios de Cruz Roja en La Rioja que acudieron al lugar estuvieron trabajando en Ifema, por ser el centro neurálgico de comunicaciones, durante tres días. Reconoce que cuando llegaron “todos estaban desbordados”. El primer día todo era un “caos” y estaba “desorganizado”, que comenzó a solventarse al entrar la noche. “Por la noche comenzó a organizarse todo y a dar descanso a gente que había estado trabajando durante 24 horas porque había que dar descanso y había que pautarlo”, apunta Agudo, para que los que estaban trabajando pudieran “desconectar y tomar distancia” del atentado.

Después de cuatro años, este voluntario recuerda la experiencia que vivió el 11 de marzo pero que con el tiempo se va difuminando. “Recuerdas la fecha, pero se va quedando ahí. Te vas quedando con el día a día de tu vida”, asegura. Aunque la marca queda patente, apunta que una de las “cosas más bonitas” que experimentó esos días fue “atender a los críos”, mientras las familias acudían a buscar a los familiares, porque estaban más “aislados” de todo lo que estaba sucendiendo en el recinto.

Sin duda el ejemplo de todos los profesionales que trabajaron aquellos días para ayudar a las familias de las víctimas, a los numerosos heridos y a todas las víctimas del atentado, fue encomiable. Además la coordinación, el trabajo en equipo y la labor continua de todos ellos, junto con el apoyo de toda la sociedad española mostaron un gran ejemplo de solidaridad a todo el mundo.

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