Fórmulas contra las drogas

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En muchas ocasiones, la marginación, la desestructuración familiar, el absentismo escolar, la exclusión social y la marginalidad cultural, unido al consumo de sustancias estupefacientes, se convierten en los patrones básicos de menores que son derivados por el juez ante la Asociación Riojana de Ayuda al Drogadicto (ARAD) para que puedan ser reeducados y rehabilitados.

Todos los que son acogidos por ARAD han sido “derivados desde Justicia porque han cometido un delito”, explica la trabajadora social de ARAD, Carmen Crespo. A partir de este momento, cada profesional del centro: psicólogos, trabajadores sociales, educadores y un médico, junto con asesores jurídicos, examinan las dificultades en las que llega el menor para marcar unos objetivos concretos.

El trabajo de actuación con los jóvenes se estructura en diferentes áreas, en concreto “el área social, psicológica, médica y educativa”, asegura Crespo. Así cada uno de los profesionales trabajan para orientar al menor sobre temas relacionados con la formación, el mercado laboral o cómo invertir el tiempo de ocio y el tiempo libre, desvinculado del mundo de las drogas.

Pero además a los jóvenes que son atendidos se les informa sobre las consecuencias que conlleva consumir drogas, sobre los efectos secundarios que tienen y los daños que producen a largo plazo. Es por ello que los psicológos que intervienen trabajan para modificar su conducta, estudian “las diferentes variables que pueden influir en el consumo, como puede ser su personalidad o su entorno”, asegura la psicológa de ARAD, Olga Sánchez.

Desde ARAD -que renovó esta semana su convenio con la Dirección de Justicia para seguir prestando este servicio- trabajan para que los menores conozcan y se aficionen a otro tipo de actividades que no guarden relación alguna con el mundo de las drogas. Es por ello que configuran diferentes tipos de intervención para motivarles hacia un cambio de actitud como talleres de prevención; acudir a eventos, museos o exposiciones; realizar actividades deportivas; o orientarles hacia la búsqueda de empleo y formación.

CASOS DIFERENTES

Los menores participan con los profesionales tanto en sesiones en grupo, como en sesiones individualizadas. Aunque algo en lo que coinciden los profesionales que están allí es que el caso de cada adolescente es muy diferente, porque existen diversos perfiles que presentan los jóvenes, ya que hay chicos que acuden por un leve coqueteo con las drogas, “pero -afirma Crespo- con mayor situación de riesgo”, y otros que tienen una adicción más preocupante.

Pero no sólo la diferencia se establece con el tipo de consumo, sino que los menores que reciben una sanción legal por parte de Justicia no sólo proceden de familias desestructuradas y con patrones de exclusión social y marginalidad, sino que existen casos de jóvenes que vienen de “familias normalizadas” en las que “sí que ha habido unas pautas educativas eficaces”, apunta Sánchez.

Por otra parte, los horarios de las sesiones que se inician con cada menor cuentan con un factor positivo, y es que cada profesional se tiene que adaptar a los horarios que presenta cada persona, que pueden hacer actividades con ellos una vez por semana o trabajar con ellos todos los días, que estas variables, sumadas al perfil de cada uno estimará la duración de su rehabilitación. Así, la psicóloga del centro explica que el hecho de encontrarse a una persona muy receptiva hará que mejore más rápidamente que otra que oponga resistencia, ya que su reeducación se alargará y el trabajo con él resultará más complejo.

El trabajo de cada profesional de ARAD mantiene un balance positivo en cuanto a resultados, ya que la mayoría de los menores que han acudido al centro han salido rehabilitados y no han vuelto a reincidir. “La mayoría de los jóvenes salen bastante rehabilitados. Entre los casos que conocemos sí que ha habido casos con muy buenos resultados y otros que se han ido más allá”, afirma Carmen Crespo, “los que se cogen a tiempo” obtienen los mejores resultados, añade.

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