Niñerías que cuestan títulos

Rioja2

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Un despiste infantil en la celebración de un gol anulado a Robben, aprovechado a la perfección por el Getafe, provocó la tercera derrota liguera de los últimos cuatro encuentros del Real Madrid, instalado en un mar de dudas en un momento clave de la temporada.

Las cosas han cambiado en la Liga desde que el Real Madrid ha perdido su solidez. Según el guión nada mejor que su arma más leal, el Bernabéu, para recuperar crédito cuando comenzaba a sentir el aliento del Barcelona.

Desde el 10 de febrero no jugaba el Real Madrid ante su afición. Aquella tarde goleadora (endosó siete tantos al Real Valladolid), acrecentaba a ocho puntos la distancia con su eterno rival. Dos semanas después recibía al Getafe con el Barça a tan sólo dos puntos y la obligación de no sólo vencer, sino convencer. La realidad fue bien distinta y acabó fulminando su marca de 18 victorias consecutivas en el Bernabéu.

El Getafe no era el rival más propicio.

Fue el último en puntuar en el coliseo blanco y sus buenas actuaciones ante el Real Madrid se repiten cada temporada, aunque el Bernabéu era una espina clavada desde aquella histórica final de Copa. Sus numerosas bajas -hasta siete- y la imposibilidad de Granero y De la Red de jugar ante el equipo que les formó, no provocó la perdida de identidad del equipo azulón.

Con Michael Laudrup ampliando un proyecto que creció con Bernd Schuster, el orden visitante bastó para fulminar el fútbol de un Real Madrid que no encontró el ritmo y sintió dudas con el paso de los minutos.

Y eso que quiso mandar desde el inicio, con la firme intención de demostrar la fuerza del líder. Fue un espejismo. Las diabluras de Robben por la derecha de inicio, y por la izquierda desde la entrada de Mario, se difuminaron. Y aunque Guti se hartó de dar criterio, no hubo remate en todo el duelo.

Dos cabezazos de Baptista y Guti no inquietaron al Pato, que mostró la característica del arquero argentino al aguantar y salvar un mano a mano con Raúl, y respiró ante la ocasión más clara, para Van Nistelrooy, que eligió mal y optó por picar fuera el esférico.

La sequía goleadora de Van Nistelrooy habla del mal momento que vive el Real Madrid. Al borde físicamente, el holandés suma cinco encuentros sin marcar y su equipo le necesita.

El equipo de Schuster no tuvo rumbo. Gago perdió la jerarquía que se había ganado y Baptista estuvo perdido. Se ganó los silbidos de la grada en el encuentro con menos ocasiones blancas de toda la temporada.

El Getafe tenía aprendida la lección. Esperó su momento. Sin apuros. Incordió con la calidad de Pablo Hernández y la movilidad de Uche hasta un minuto, el 64, que marcó el partido y quien sabe si la Liga.

El muro azulón caía tras un paradón del Pato a tiro ajustado de Torres, al que acudía Raúl, en claro fuera de juego, y concretaba en gol Robben. De la bandera del linier, levantada desde el inicio, sólo se percataron Raúl y Guti, que se ausentaron de una celebración por todo lo alto junto al banderín del córner.

Abbondanzieri estuvo rápido para lanzar una contra mortal, de libro, que acabó con cuatro azules contra dos blancos, y Uche fusilando a placer a Casillas, en un estadio al que tiene cogida la medida.

Sólo el corazón tiró del Real Madrid para luchar hasta el final por un imposible. El equipo de Schuster se adentra en su peor momento tras perder cuatro de sus cinco últimos partidos entre Liga y Liga de Campeones. El Getafe vivió un nuevo capítulo de un sueño que ya es realidad en el fútbol español.

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