Cuidado con los riñones

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Detectar de forma precoz la presencia de lesión renal en pacientes con patología cardiovascular resulta clave, dado que el descenso de la función renal y la presencia de albuminuria se relacionan de forma significativa con un mayor riesgo cardiovascular. Se estima que alrededor del 7 por ciento de la población presenta microalbuminuria, cuya prevalencia es de entre el 15-20% en hipertensos y el doble en diabéticos. A lo largo de la enfermedad, el 40% de los diabéticos desarrollarán microalbuminuria, que es la primera lesión del riñón en la diabetes mellitus, pudiendo progresar a insuficiencia renal terminal con necesidad de diálisis.

José Luis Górriz, del Servicio de Nefrología del Hospital Dr. Peset de Valencia explica que “en todos los pacientes de alto riesgo vascular debería valorarse el riesgo de lesión renal, y de forma rutinaria en pacientes mayores de 60 años, hipertensos, diabéticos, con enfermedad cardiovascular o familiares de pacientes con insuficiencia renal”.

Tal y como afirma Górriz, en la actualidad es posible detectar de forma precoz la alteración renal. Por una parte mediante la microalbuminuria como “marcador de calidad” renal, y por otra parte mediante la medición de la función renal como marcador de “cantidad de función renal”.

“Si hasta ahora, mediante la determinación de la creatinina en sangre se identificaba la lesión renal de forma tardía (ya que hasta que el riñón no ha perdido más de la mitad de su función normal no se eleva la creatinina sérica), hoy en día disponemos de métodos con valores predictores de la enfermedad renal, como son la evaluación del grado de filtrado glomerular y la determinación de existencia o no de microalbuminuria”.

En concreto, la microalbuminuria (eliminación de albúmina en la orina) constituye el mejor indicador o detector precoz de la alteración renal. Así se recoge en el Documento de Consenso sobre la Enfermedad Renal Crónica, elaborado conjuntamente por la Sociedad Española de Nefrología (SEN) y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), en el que se establece como prueba de cribado la determinación de un cociente albúmina / creatinina en orina en todos los pacientes.

“Se trata de un método de determinación fiable y muy sencillo que detecta de forma muy precoz la alteración renal, lo que es muy importante ya que en esta fase es posible revertir la lesión renal con tratamiento farmacológico”, subraya. Asimismo, la microalbuminuria además de constituir un marcador precoz de la función renal, constituye un marcador de riesgo vascular.

SALUD VASCULAR

La enfermedad renal representa un factor de riesgo vascular independiente y aditivo. Por ello, en los pacientes en los que se detecta lesión renal es preciso controlar los factores de riesgo cardiovascular y los factores que influyen en el desarrollo de esta nefropatía. Con este objetivo, es preciso un control estricto de la presión arterial, de la glucemia (niveles de glucosa en sangre) y de la dislipemia (niveles de lípidos o grasas). Asimismo, se recomienda el tratamiento con fármacos que bloqueen el sistema renina angiotensina aldosterona, que han demostrado disminuir la albuminuria, además, de evitar el tabaquismo, el sobrepeso y realizar ejercicio físico. Entre los fármacos que bloquean el mencionado sistema, telmisartan, un ARA II (antagonista de los receptores de la angiotensina II), destaca por tener un tiempo de vida media de 24 horas, por lo que proporciona una protección y control de presión arterial durante todo el día.

Según apunta este experto, es necesaria una mayor implementación de la realización de la valoración de la microalbuminuria en los servicios de Atención Primaria (actualmente, se lleva a cabo en el 50-60% de los casos), para detectar las fases precoces de la enfermedad. “En definitiva –concluye-, la valoración renal del paciente con o sin alto riesgo cardiovascular, debe incluir la estimación de filtrado glomerular, un sedimento de orina para descartar otras causas y la determinación de albuminuria”.

Según los especialistas, esta prueba debería realizarse en todos los pacientes mayores de 70 años, con alto riesgo cardiovascular, o aquellos que tengan alteraciones en los pulsos discales o clínica de claudicación intermitente.

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