Biofármacos contra el cáncer de pulmón

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La llegada de las terapias biológicas ha supuesto un cambio radical en el manejo de los pacientes con cáncer de pulmón, sobre todo, en aquellos que padecen la forma no microcítica de la enfermedad (el 80% de todos los casos). Por un lado, están los antiangiogénicos que frenan el crecimiento del tumor cortando el suministro sanguíneo. Por otro, los inhibidores de la tirosinquinasa, capaces de frenar la proliferación de las células tumorales. Actúan de forma distinta a la quimioterapia al hacerlo de forma selectiva, pero cuando se añaden a ésta mejoran significativamente las cifras de supervivencia. El potencial de estas nuevas dianas terapéuticas ha sido objeto de análisis durante la segunda jornada del X Simposio de Revisiones en Cáncer celebrado estos días en Madrid.

“En el caso de las terapias antiangiogénicas, como Bevacizumab, se calcula que al menos el 40 por ciento de los pacientes puede beneficiarse de esta forma de frenar el desarrollo de la enfermedad. Su empleo se ha traducido en un incremento de la supervivencia de los pacientes con cáncer de pulmón avanzado de estirpe no escamosa cuando se asocia a quimioterapia convencional”, ha explicado la doctora Pilar Garrido, oncóloga del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Según esta experta, “aunque la mayoría de los pacientes con cáncer de pulmón recibe tratamientos sistémicos con quimioterapia citotóxica, recientemente, los fármacos biológicos con actuación sobre factores de crecimiento celular o sobre angiogénesis, han sido introducidos también en el tratamiento de estos pacientes”. En este sentido, Bevacizumab, que actúa inhibiendo el crecimiento de los vasos sanguíneos que nutren el tumor, ha sido el primero en aumentar la supervivencia por encima de un año. Esto supone un paso importante en el abordaje de esta enfermedad extremadamente difícil de tratar.

Tal y como señala la doctora Garrido, “el cáncer de pulmón es, en la actualidad, uno de los mayores retos sanitarios tanto por el elevado número de pacientes que se diagnostican cada año como por el consumo de recursos ligado a esta patología. A pesar de los avances diagnósticos, más del 40% de los pacientes debutan con enfermedad metastásica y en muchas ocasiones coexisten con patologías asociadas al tabaquismo (pulmonar, cardiaca, vascular) que comprometen y limitan las alternativas de tratamiento”.

PROLIFERACIÓN CELULAR

Según el doctor Luis Paz-Ares, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla y otro de los ponentes de este encuentro científico, “en los últimos años han llegado nuevas terapias biológicas, como los tratamientos anti VEGF y los anti EGFR, que están dirigidas a alteraciones específicas de la célula tumoral, con resultados muy positivos para estos pacientes”.

Adicionalmente una vía de investigación ha obtenido resultados preliminares muy satisfactorios en pacientes con mutaciones del gen EGFR. En los últimos años, se han llevado a cabo trabajos para conocer qué pacientes se benefician en mayor magnitud de esta terapia. En la actualidad tenemos una razonable seguridad en que son los pacientes con mutaciones en el gen EGFR los que cuentan una mayor probabilidad de beneficiarse. Uno de los estudios llevado a cabo por el Grupo Español de Cáncer de Pulmón para analizar la eficacia de Erlotinib ha demostrado que “los pacientes tratados con esta terapia tienen tasas de remisión en el rango del 80% y tasas de supervivencia de aproximadamente 30 meses”, ha concluido el doctor Paz-Ares.

Además de en pacientes con la mutación del gen EGFR, Erlotinib puede ser una alternativa eficaz a la quimioterapia como tratamiento de primera línea en pacientes que, por su estado general de salud, ya no pueden recibir quimioterapia.

Según la Organización Mundial de la Salud, el cáncer de pulmón es la primera causa de muerte por un tumor en ambos sexos, responsable del 19,7% de todos los fallecimientos por un proceso oncológico. En el mundo, cada año se diagnostican más de 1,2 millones de casos de cáncer de pulmón y bronquios; de ahí la necesidad urgente de nuevos tratamientos capaces de detener la alta mortalidad asociada a esta enfermedad. En España, se diagnostican cada año 18.500 pacientes y fallecen más de 17.000.

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