Segundas partes...

Rioja2

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Haciendo caso a la máxima cinematográfica (no siempre cierta como bien demuestra El Padrino) el futuro del Logroñés en la categoría de bronce del fútbol español estaría más que complicado. Afortunadamente (o lamentablemente, según se mire) el margen de mejora es ciertamente amplio. Y es que después de que en la primera mitad de la temporada el club blanquirrojo sumara 21 puntos protagonizando así el quinto peor bagaje del grupo, es complicado, a priori, hacer buenos aquellos resultados. Al menos si se quiere conseguir la salvación para la que, al menos, habrá que conseguir 45 puntos.

Pero esa teoría, la de las segundas partes, se está casi cumpliendo en el caso de los blanquirrojos. Después de seis partidos de la segunda vuelta el balance que se puede hacer del Logroñés de Agustín Abadía arroja problemas nuevos y remedos a lastres antiguos que, en conjunto, dejan al club en idéntica situación. Se ha mejorado, y mucho, en cuestiones defensivas. Se vio desde el primer día que para Abadía lo más importante, además de los resultados, era no encajar goles. Una primera premisa que se ha cumplido en tres de los cinco partidos que ha completado el oscense al frente del Logroñés y que cuando se ha roto (Barakaldo y Real Unión) ha sido por la mínima.

A esa nueva virtud hay que contraponer las nuevas limitaciones ofensivas del equipo. Antes se encajaba más, pero se anotaba mucho más. Es la disyuntiva clásica del fútbol. Primar el ataque sobre la defensa o viceversa. Así, durante los seis primeros partidos de la temporada el Logroñés encajó once goles y materializo siete. En los seis segundos (incluyendo la despedida de Setién en León, 3-2) los tantos celebrados son cuatro y los encajados cinco (dos anotados con Abadía y tres encajados).

Esas limitaciones ofensivas quedaron patentes, quizá más que nunca, este domingo ante el Burgos. El Logroñés saltó más enchufado al partido que su rival y se empeñó en acumular y acumular ocasiones. Sólo eso. Sólo ocasiones. El acierto rematador, una semana más, fue nulo y el equipo, que apenas sufrió en defensa, sigue sin encontrar el camino del gol. Es el claro síntoma del nuevo perfil de un equipo que con Setién marcaba un gol cada 72 minuto y encajaba otro cada 55, y que ahora con Abadía anota cada 225 minutos y encaja cada 150.

La única verdad, datos, juego y tendencias al margen es que el Logroñés sumó seis puntos en los seis primeros partidos y, la segunda parte, de momento, desprende el mismo y paupérrimo resultado: 6 puntos. Son, hoy por hoy, cifras de 'play off'. De 'play off' de descenso.

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