El espíritu de Bhutto domina unos comicios históricos en Pakistán

Europa Press

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Pakistán celebra lo que su presidente, Pervez Musharraf, describió como “la madre de todas las elecciones”; unos comicios parlamentarios que originalmente estaban previstos para el pasado mes de enero, y que fueron pospuestos hasta su fecha actual tras el asesinato de la ex primera ministra, Benazir Bhutto el pasado 27 de diciembre, un suceso traumático y trascendental para el país, y cuya sombra pesará tanto sobre el Gobierno como sobre los contendientes.

Sobre las elecciones pesa también la amenaza de la violencia. De los más de 1.400 colegios electorales que se abrirán en el país, casi 150 de ellos han sido declarados “puntos de alto riesgo” por las autoridades, que han anunciado un despliegue de seguridad sin precedentes para evitar que se desencadenen actos de violencia como el que ayer se cobró la vida de 47 personas en la sede del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) en Parachinar.

El resultado de estos comicios servirá además para refrendar lo que es la opinión mayoritaria del pueblo paquistaní contra la gestión de Musharraf tras el estado de excepción proclamado por el presidente el pasado mes de noviembre, exacerbada por la incipiente crisis económica en el país y que ha culminado en un sentimiento generalizado de pesar por el asesinato de Bhutto, ya una leyenda nacional.

Así, los principales beneficiados por este clima serán el PPP -partido dirigido ahora por el viudo de la ex primera ministra- y la Liga Musulmana de Pakistán-N, liderada por Nawaz Sharif, ex primer ministro derrocado por el entonces general Musharraf en 1999. Sólo el 14 por ciento de los electores votará por la Liga Musulmana de Pakistán-Q, el partido del actual presidente, según recientes sondeos.

ELECCIONES LIBRES Y JUSTAS

“Soy consciente del hecho de que las elecciones deberían ser libres, justas y transparentes y tienen que ser vistas como libres, justas y transparentes y también pacíficas. Todo el mundo nos está observando”, admitió el presidente Musharraf. “Garantizo que éstas serán libres y justas”, prometió, considerando que podría haber irregularidades tácticas a nivel bajo por algunos candidatos pero el Gobierno no estará implicado.

Musharraf consideró las elecciones como “la madre de todas las elecciones” e instó a las empresas encuestadoras internacionales a que no “inciten disturbios” emitiendo juicios previos de los resultados. “No destruyáis la paz en este país. No destruyáis la paz en esta región. Estáis jugando con la paz del mundo”, previno.

Musharraf, que llegó al poder en un golpe de Estado militar en 1999, abandonó la jefatura del Ejército en noviembre pasado tras garantizar un segundo mandato de cinco años en circunstancias que sus enemigos consideran inconstitucionales.

La oposición ha acusado al Gobierno de intentar manipular las elecciones para favorecer a los aliados de Musharraf y han amenazado con lanzar protestas si consideran que han sido engañados. “No seáis arrogantes, si ganáis, y mostrar piedad, si perdéis, aceptad los resultados”, aseveró Musharraf, rechazando las alegaciones de la oposición.

FUERTES MEDIDAS DE SEGURIDAD

Al menos 11.500 agentes se encargarán de garantizar un desarrollo pacífico del proceso. El grueso de la fuerza lo componen 5.500 policías, junto con un contingente adicional de 5.000 voluntarios, 175 rangers, y 1.500 soldados, que prestarán especial atención a los 145 colegios electorales --de entre los 1.451 que abrirán sus puertas-- considerados “sensibles” ante la amenaza de la violencia electoral, según informó la agencia de noticias paquistaní APP.

Esta fuerza permanecerá en “alto nivel de alerta” hasta el próximo día 20 para asegurar la estabilidad durante el período post electoral, en el que Ejército, Rangers y Policía mantendrán vigiladas las zonas más conflictivas para evitar cualquier tipo de disturbios.

Además, como medida preventiva, se establecerán puntos de control cerca de los hoteles, posadas, terminales de autobús y estaciones de ferrocarril para evitar la colocación de artefactos explosivos, o posibles atentados suicidas, como el perpetrado ayer en Parachinar, dirigido contra los partidarios de Bhutto y que causó la muerte a 47 personas, según el último recuento divulgado ayer.

VENTAJA DE LA OPOSICIÓN

Un sondeo del Instituto Internacional Republicano (IRI por sus siglas en inglés), una organización con sede en Estados Unidos indica que el índice de apoyo a Musharraf ha descendido de nuevo hasta un histórico 15 por ciento. El asesinato de Benazir Bhutto el pasado 27 de diciembre “ha tenido un gran impacto en el paisaje político”, según el IRI, por lo que su formación, PPP “se beneficiará tanto de una oleada de simpatía como de la reacción contra el Gobierno”.

La encuesta, realizada a finales de enero, muestra también que el 50 por ciento de los paquistaníes votarán al PPP, mientras que el 22 por ciento apoyará a al otro gran partido opositor, la Liga Musulmana de Pakistán-N, liderada por Nawaz Sharif, ex primer ministro derrocado por el entonces general Musharraf en 1999.

Sólo el 33 por ciento de los encuestados apoyan la campaña del Ejército y su “combate contra los extremistas en la provincia de la Frontera Noroccidental y las regiones tribales”, y apenas el 9 por ciento apoya la cooperación con Estados Unidos en su “guerra contra el terror”. Sin embargo, el 65 por ciento reconocen que las operaciones de los talibán y Al Qaeda en Pakistán suponen una seria preocupación.

LA SOMBRA DE BHUTTO

La muerte de la ex primera ministra es el componente emocional, la columna vertebral sobre la que se sostiene el rencor público contra la labor de Musharraf, que se podría traducir en un gran número de papeletas a favor del PPP sólo por el cariño que el pueblo sigue guardando a la figura de Bhutto. “Era muy valiente y se lo puso difícil a Musharraf, algo que nadie más se ha atrevido a hacer. La gente debería votar por su partido”, argumentó un bracero de Punjab, Jumma Jan, en referencia a Bhutto.

“Todos los políticos son igual de corruptos. No espero nada de ellos o de Musharraf, pero ella sacrificó su vida por la democracia, por Pakistán. Votaré al PPP”, afirmó Rashid Ahmed, un chico de 18 años que trabaja en una gasolinera de la localidad de Sargodha.

“Es cierto que habrá voto por simpatía”, explicó Syed Yousaf Raza Gilani, subsecretario del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) en la provincia de Punjab, donde viven la mitad de los 160 millones de habitantes del país. “Si hay elecciones libres, justas y transparentes el PPP será el número uno”, afirmó Gilani desde su vivienda en la ciudad de Multan mientras sus ayudantes trabajaban ajetreadamente a pesar de la falta de electricidad.

CRISIS ECONÓMICA

Y en el terreno económico, el Gobierno de Musharraf tampoco sale indemne. Las deficiencias en el suministro eléctrico y el alza generalizada de los precios, con el gasóleo a la cabeza, podría ser el otro gran factor que determine el signo del voto de los paquistaníes, ahora que por primera vez parecen reales las opciones de los partidos de la oposición a Musharraf.

Además, en los últimos doce meses la inflación se ha disparado un doce por ciento, lo que hace peligrar las opciones de los partidos afines a Musharraf. “Alimentar a mi familia es mi principal preocupación. ¿Qué me importa la política si la mitad de mis hijos se van con hambre a dormir?”, lamenta un trabajador parado del pueblo de Pathan Kot, en el centro de Punjab, con diez niños a su cargo.

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