Los enfermeros, clave de la mejoría

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Según explica el doctor Carretero, la manera tradicional de entender los cuidados en dermatología tiene una filosofía vertical: la enfermera colabora con el médico y es éste quien establece los protocolos de tratamiento. “Nuestro objetivo es romper con ese esquema y establecer uno circular en el que el paciente sea el centro y todas las personas que puedan colaborar en el proceso de la enfermedad lo hagan en paralelo”, detalla.

Para ello parten de la premisa de que la enfermedad no debe circunscribirse al ámbito orgánico, sino que afecta a muchas esferas de la vida: social, laboral, sexual… “y es en esos ámbitos en los que resulta fundamental la labor de la enfermería”, asegura el doctor Carretero. Éste es el caso de la psoriasis, una enfermedad inflamatoria crónica de la piel, de base genética y no contagiosa, de curso impredecible, que se caracteriza por la aparición de placas rojo-escamosas en forma de brotes y que en España afecta a cerca de un millón de personas. Esta patología, además, tiene un gran impacto en la calidad de vida del paciente. Así, el 29% de los pacientes con psoriasis modifica su forma de peinado en función de su enfermedad y más de la mitad de ellos, el 58%, evita hacer actividades físicas para no mostrarse en público.

Esta nueva manera de abordar la Dermatología ha sido plasmada en el Manual de la Consulta de Enfermería Dermatológica, que ha sido escrito por el doctor Carretero y Pilar Mota López, enfermera del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín.

El aspecto más novedoso de la guía es que ofrece pautas para valorar y manejar el impacto emocional de la enfermedad en los pacientes, una labor para la que las nuevas generaciones de enfermeras “están perfectamente preparadas”, asegura el doctor Carretero. “Esto se hace con procedimientos perfectamente establecidos y cuantificables. No estamos hablando de técnicas inventadas” subraya.

OPTIMISMO

Sobre ese particular, Pilar Mota López, asegura que el estado emocional del paciente es fundamental en la respuesta al tratamiento y la evolución de la enfermedad. “Está demostrado que un paciente con un estado emocional optimista y realista responde mejor al tratamiento que otro más pesimista”, explica.

La primera entrevista resulta fundamental para dibujar los factores de riesgo del paciente que puedan hacer agravar su enfermedad. Así, por ejemplo, es importante detectar situaciones como el estrés, que puede resultar un desencadenante de un brote de psoriasis, por ejemplo. En esta primera entrevista, además de indagar sobre el estilo de vida del paciente y su situación personal y laboral, ya se dan unas pautas de educación en salud, como por ejemplo el manejo de ese estrés, o el evitar determinados medicamentos, explica Pilar Mota.

El doctor Carretero cuenta que con esta intervención más integral por parte de las enfermeras se consigue, en primer lugar, que el paciente se sienta aliviado “ya sólo por el hecho de que alguien le entienda” y, en segunda instancia, se consigue una fidelización del enfermo a la consulta y por ende, una mejor adhesión al tratamiento.

“En general, ante las enfermedades crónicas los pacientes españoles somos muy poco disciplinados y tendemos a abandonar pronto el tratamiento, lo que a veces redunda en que se tengan pocos beneficios de los medicamentos”, asegura.

Estos dos especialistas apuestan por esta nueva filosofía de aproximación al enfermo, con una mayor autonomía del enfermero porque, “aunque el gestor vea que supone un gasto más el hecho de tener otra consulta funcionando, a la larga la mayor adhesión que consigue el trabajo de la enfermera evita consultas de urgencias y sobretratamientos”. “La formación de las enfermeras es amplísima. El problema es que rara vez tenemos ocasión de poner en práctica nuestros conocimientos”, concluye Pilar Mota.

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