Llorente responde a San Mamés

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El riojano Fernando Llorente, muy cuestionado en San Mamés desde hace tiempo, empieza a dar en el primer equipo del Athletic Club algo de lo que mucho que se esperaba de él tras las expectativas creadas a su alrededor durante la etapa de formación en las categorías inferiores.

Sin ir más lejos, en la última jornada fue el autor de un gol vital para su equipo, el que supuso la victoria ante un Levante que llegaba colista a Bilbao, pero inmerso en una buena racha de resultados, y que permite al conjunto rojiblanco tomar algo de aire en la tabla clasificatoria.

El tanto del ariete riojano fue muy importante para el equipo rojiblanco fundamentalmente por los tres puntos que significó, aunque también como bálsamo después de una semana con mucha marejada en la que asuntos extradeportivos -una salida nocturna de varios jugadores que les provocó un expediente disciplinario- se sumaron a la delicada situación deportiva por la que pasa el club vasco.

Pero, además del valioso gol marcado, curiosamente a preciso servicio de un compañero de ataque con el que no acaba de formar una buena pareja, Aritz Aduriz, el de Rincón de Soto ofreció ayer más, dejó detalles de los que se le esperan hace tiempo y que en categorías inferiores le hicieron un jugador de prestigio.

Dentro de un partido de los que antaño se calificaban como 'malo de solemnidad', Llorente dio otro paso más hacia la consolidación en un puesto en el que 'La Catedral' todavía añora a Ismael Urzaiz.

Algunas cosas del de Tudela se le vieron ayer al espigado jugador nacido en Pamplona, como un par de cabezazos a saque de córner que a puntos estuvieron de subir el marcador.

En el primero, tras un impresionante salto en el que alargó todo lo que pudo su interminable cuerpo de 195 centímetros de estatura, su cabezazo, muy difícil de conectar, se estrelló en el larguero.

En segundo fue totalmente diferente. En esa ocasión aprovechó que la defensa rival no despejó donde debía para concretar un remate también de cabeza a la altura de la cintura y adelantándose a la defensa que el meta visitante, Kujovic, detuvo junto al palo.

Pero no se quedó Llorente ayer en acciones propias de un delantero centro a la vieja usanza, sino que mostró su zancada, recorrido y habilidad en un par de acciones individuales que aparcaron durante unos instantes el tedio que fue toda la primera mitad de un partido para olvidar.

De todos modos, el joven ariete no superó a los rivales como acostumbra en el juego por alto fuera del área y dejó otra muestra de que aún le queda mucho que mejorar, sobre todo en agresividad e instinto, quizás sus mayores carencias desde que ascendió al primer equipo rojiblanco.

Fue en el segundo rechace a un centro de Fran Yeste que cayó sobre el larguero. En vez de lanzarse a por un balón suelto por delante de la portería rival como solo jugadores que llevan el gol y un '9' en el ADN, se limitó a esperar que llegase a su espalda un compañero que no estaba.

Más luces que sombras, no obstante, para un Fernando Llorente al que, en todo caso, cada vez se le ve un poco más asentado en el puesto y creciendo día a día, aunque sea poco a poco.

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