La herencia de las raíces

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Al echar la mirada setenta años atrás los recuerdos de una época gris marcan la memoria de muchos de los familiares que presenciaron una historia que cambió la vida de muchas personas. Ahora ese sabor amargo se vuelve dulce. Y es que las generaciones posteriores de los que en una época tuvieron que emigrar para poder ganarse la vida, regresan ahora para conocer la historia de sus raíces y recuperar la memoria de sus abuelos.

Hay veces que no resulta fácil abrir la mente al recuerdo del pasado, pero una vez que los familiares de los que un día se fueron nos acercan sus historias, la imagen de una época se vuelve a recuperar a través de sus propios hermanos, sobrinos o nietos. Y es que precisamente ellos, los nietos, regresan a la tierra de sus orígenes, a lo que un día fue la vida de sus abuelos.

Así comienza la nueva historia en boca de Mercedes Pianetti, que procede de Buenos Aires, Argentina; Diego Javier García, desde Santiago de Chile; y Alberto Felipe Martínez, de Valparaíso, Chile. Todos ellos son participantes de la novena edición del programa Volver a las raíces, que regresan a la tierra de sus orígenes para conocer de cerca todo aquéllo que un día les contaron sus abuelos. Pero además con el aliciente de que están inmersos dentro del mundo laboral haciendo prácticas en diferentes empresas riojanas.

UN LARGO VIAJE

El abuelo de Mercedes Pianetti marchó a Argentina en el año 36 justo antes de que comenzara la Guerra Civil española. Fue allí donde desarrolló toda su vida, formó a su familia y comenzó un nuevo negocio al norte del país, convirtiéndose en el primer hombre que instauró el comercio en la zona. Era tal la añoranza que tenía de su tierra que se trasladó a otra zona de Argentina, a Salta, porque le recordaba más a La Rioja. Así pasaron treinta años hasta que en 1969 regresó a La Rioja para quedarse durante seis meses y desde entonces ha regresado “cinco o seis veces más”, recuerda Julia, la tía de Mercedes.

A pesar de que su abuelo ya no está, su madre siempre se ha encargado de recordarle con refranes que él siempre decía. “Siempre era mejor lo de La Rioja. Comparaba todo”, recuerda la tía de Mercedes mientras explicaba cómo echaba a la leche un trozo de mantequilla para que tuviera más grasa, ya que “añoraba mucho la leche de aquí”, explica Pianetti.

Pero no sólo el abuelo de Mercedes tuvo que emprender un largo viaje para ganarse la vida dejando a la familia atrás, sino que los abuelos de Diego y de Alberto también lo tuvieron que hacer. Diego recuerda cómo sus abuelos maternos (descendientes de Vadillo y Almarza de Cameros) tuvieron que irse, pero en este caso hacia Chile. Su abuelo tras combatir en la Guerra Civil y pasar una posguerra muy dura, se marchó de La Rioja porque tenía miedo de que España entrara en la II Guerra Mundial.

Recuerda cómo su abuela siempre ha seguido con el mismo acento a pesar del paso de los años y cómo han mantenido las costumbres de la tierra en la familia con la gastronomía, el folclore o los dichos propios de aquí. “Me acuerdo cuando mi abuela cocinaba pimientos rellenos o cuando me hablaban del vino de La Rioja”, asevera Diego.

Chile también fue el destino que escogió el abuelo de Alberto para trabajar y comenzar una nueva vida. Además fue alcalde de Lumbreras antes de emigrar hacia Chile. El tío de Alberto y hermano de su abuelo -también alcalde de Lumbreras en la actualidad- Norberto Martínez, afirma que no fue “a la aventura, sino que fue sobre seguro”, pero que los comienzos fueron duros porque “llegar con cinco hijos” no era bueno, a pesar de que “el trabajo estuviera garantizado”. Su hermano, Norberto Martínez, recuerda con gran emoción la fecha en la se marchó mientras reconocía que no sabía si lo volvería a ver. “Tuvo una vida muy buena en aquellos tiempos y una esposa extraordinaria. Marchó por cosas de la vida. Fue muy triste, lo recuerdo perfectamente. Son emociones muy grandes que la memoria te hace revivir”, explica Norberto mientras recuerda a su hermano.

Han pasado los años y ahora Alberto es quien ha regresado de Chile para conocer la que en su día fue la tierra de sus abuelos. Reconoce que nunca había estado en La Rioja, pero en este tiempo le ha dado tiempo de conocer la tierra de su abuelo, Lumbreras. Y es aquí donde hace muy pocos días fue nombrado hijo adoptivo del pueblo que “fue emocionante porque yo allí no soy nadie”, explica Alberto. “Me sentí importante -asevera- porque represento a mi familia, a todo lo que viene detrás de mí. Es un orgullo y un reconocimiento”.

REVIVIR LA HISTORIA

Ahora son los jóvenes, los hijos de los hijos de los que un día se fueron, los que regresan para vivir nuevas experiencias y aprender una cultura que nunca se ha despegado de ellos. Mercedes, Diego y Alberto son tres ejemplos, pero hay muchos más que han venido hasta La Rioja para conocer la tierra de la que siempre les han hablado.

Las emociones y los sentiemientos se entremezclan porque “toda la vida había escuchado hablar de Logroño”, asegura Diego, mientras reconoce que se imaginaba la ciudad diferente “lo imaginaba más viejo; más chico; más como un pueblo”, apostilla. Mientras tanto Alberto explica que la oportunidad que ha tenido para volver le ha permitido “revivir todo lo que escuché, todo lo que me contaron en casa, que para mí eran historias y ahora es una realidad, porque -afirma Alberto- valoras más las cosas cuando las vives”. Además, Diego asegura que “todo esto es un favor y un regalo que se nos hace y hay que aprovecharlo”. “Hay muchos que no han podido venir, en parte por la influencia del dinero, y nadie quiere no venir”, conluye Alberto.

Sin embargo, Mercedes ya se imaginaba cómo era porque sus familiares le habían explicado cómo era la zona y su hermano había participado también en este programa. “Estar aquí me genera mucha tranquilidad, paz, confianza...aunque extraño muchas cosas de Argentina porque tengo todo allí”.

CAMBIAN COSTUMBRES

Aunque el lenguaje sea común y las raíces procedan del mismo lugar, es inevitable que las constumbres sean diferentes. Todos los chicos que han llegado a Logroño se han quedado sorprendidos con muchas cosas que, aunque nos parezca lo más normal del mundo, a ellos les resulta singular.

Uno de los ejemplos es que Diego, Alberto y Mercedes se han quedado gratamente sorprendidos con la calidez y la proximidad de los riojanos. “Aquí la gente es más amable, mucho más cálida”, explica Diego, que también se quedó impresionado por la dedicación que hacía la gente al ocio, “das tiempo a tomar un café con los amigos, allí todo el mundo lleva una vida muy rápida”, explica. Mercedes se quedó sorprendida de que no hubiera clases sociales porque en Argentina había mucha pobreza.

Por otra parte, a Alberto le ha sorprendido el hecho de que la vida se diera en la calle en lo que él calificó de “ciudad orientada al tránsito”. “Aquí el estilo de vida es completamente diferente. Vivir aquí es como para tener una familia porque requiere las condiciones de tranquilidad. Además permite ir andando a todos los sitios”, asegura.

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