En blanco y rojo (o viceversa)

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Manuel García León, 'Candelas' (Logroño, 1978) será uno de los protagonistas del encuentro de este fin de semana. Ademas de formar, presumiblemente, en el centro del campo blanquirrojo, será el único jugador que, tirando de curriculum podrá presumir que haber jugado en los dos equipos logroñeses (tres si incluimos también al Fundación). Vinculado al Logroñés desde hace tres años, al organizador blanquirrojo el balón le deparó un camino sinuoso por el fútbol riojano hasta llegar al Club Deportivo. Tanto que tras pasar por el Burriana, recaló en el entonces Recreación antes de marcharse al Racing B y regresar a La Rioja para jugar en Varea y Fundación. El último giro lo completó para cambiar, únicamente, el orden de las franjas: de rojiblancas a blanquirrojas.

Ahora, instalado en el once de Abadía aunque variando, según las exigencias, su posición dentro del campo, sonríe cuando recuerda su pasado y habla de “profesionalidad” cuando recuerda su paso por el Recreación: “El fútbol tiene estas cosas. En aquel momento me llamaron y tengo que estarles agradecido ya que cuando el Racing se interesó por mi no pusieron ningún obstáculo y me dejaron marchar”, recuerda Candelas que, aunque sabe que quizás no sea políticamente correcto, hace gala de su condición de bien nacido.

Su pasado, en cualquier caso, no le hará dudar este domingo. Tiene claros los objetivos y es muy consciente de que en juego hay algo más de tres puntos: “No se cual de los dos equipos llega mejor, sólo se que tenemos que ganar y sumar tres puntos que son vitales. Eso, unido a que ganaríamos el average, nos dejaría ahora a cinco puntos de un rival directo”, analiza. Y para conseguir los tres puntos (además del triunfo moral de imponerse en el derbi) Candelas asume que las formas, dadas las circunstancias, son indiferentes: “Es verdad que con Quique hacíamos un fútbol más bonito, con más goles, pero encajábamos demasiados. Eso ahora ha cambiado. Jugamos presionando desde las posiciones de ataque y lo único importante es ser efectivos y sumar puntos”.

Todo para eludir unos puestos de descenso (y proximidades) en los que nadie esperaba estar a estas alturas de temporada: “Hay equipo suficiente para salvar la categoría”, insiste. “Es cierto que se nos han marchado dos jugadores importantes, pero los que seguimos estamos convencidos de nuestra función”. Las suya, la que realiza sobre el campo Candelas, ha variado a lo largo del curso y no siempre ha contado con el beneplácito del entrenador. De titular indiscutible, pasó al banquillo si bien “era el primer cambio”. Un revés que achaca a “los altibajos de todo jugador”. El suyo pronto cambió y recobró la confianza, primero de Setién y, ahora, de Abadía: “Estoy para trabajar y nunca me he resignado a ser un jugador de banquillo. Tengo confianza y estabilidad y eso se nota en el rendimiento”.

Un rendimiento que quizá sea examinado más minuciosamente desde el banquillo. ¿Por qué? De momento, y hasta que Abadía pueda ocupar durante los partidos el puesto de entrenador, Eduardo García, su hermano, es el que manda: “Resulta extraño, y eso que siempre me ha dado órdenes, pero no es lo mismo compartiendo campo. Se que lo hace por mi bien y por el del equipo pero no es fácil aunque ambos lo llevamos con profesionalidad”.

Si todo resulta como el club ha planeado, este fin de semana, ante el Logroñés CF, será Abadía el que de las órdenes. Quizá sirva para que Candelas respire algo más tranquilo. O no.

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